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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

La guapa chica le preguntó al chofer del autobús: "¿Llega al Metro?". Contesta el individuo: "No se lo completo, señito, pero le aseguro que con lo que tengo quedará usted satisfecha"... Hormona mata neurona. Esa verdad científica fue causa de que Rosilí, muchacha soltera, no pensara bien las cosas antes de entregar la nunca tangida gala de su doncellez. ¿A quién hizo cesión de ese íntimo tesoro? A Libidiano Pitonier, hombre lascivo. El salaz sujeto enredó a la muchacha en la sinuosa urdimbre de su labia, y cuando la inaprensiva joven recordó ya estaba grávida. ¡Ah mujeres! Cuidaos siempre de la serpentina astucia con que el varón procura rendir la fortaleza de vuestra virtud. Eso no quiere decir que debáis privaros por completo de los dulces deliquios del amor, no. Todo se puede hacer si se hace bien. Recordad, sin embargo, que -como decía a sus hijas una madre avisada- quien regala la leche no puede ya después vender la vaca. Gozad la grata compañía del hombre, pero si en vuestros planes está el del matrimonio administrad con sapiencia vuestros dones. De la tapia todo, pero de la huerta nada. No hizo Rosilí esa prudente administración, y cuando menos lo esperaba se encontró esperando. Acudió llorosa a su mamá y le dio la noticia. "¡Pero, hija! -profirió consternada la señora-. ¿Dónde tenías la cabeza?". Contesta Rosilí con mansa sinceridad: "Abajo del volante, mami"... Decía un joven: "Yo no soy gay. Mi novio sí"... Himenia Camafría, madura señorita soltera, fue a la consulta de un médico y le dijo que sentía malestar en todo el cuerpo. El doctor, profesionista guapo, le pidió a la paciente que se acostara en decúbito supino, o sea panza arriba. Le puso una mano en el cuello y le pidió: "Diga ?cien?". "Cien" -dijo la señorita Himenia. Le puso luego la mano en el esternón. "Diga ?cien?". "Cien". En seguida le puso la mano en el vientre. "Diga ?cien?". "Cien". Por último le puso la mano más abajo. "Diga ?cien?". Y la señorita Himenia, lánguida: "Uno, dos, tres, cuatro, cinco..."... ¡Cuánta finura y cortesía hay en algunas expresiones mexicanas! Por ejemplo, cuando alguien alaba a un tercero en presencia de otros, añade al encomio estas palabras: "Sin agraviar a los presentes". Quiere significar que el mérito de aquel a quien está elogiando no disminuye los merecimientos de quienes escuchan la laudanza. Pues bien: yo pienso que el ejército mexicano es uno de los mejores de América Latina, sin agraviar a los presentes. Su institucionalidad es ejemplar; su lealtad es elemento fundamental en la vida mexicana; la calidad y preparación de sus elementos son un orgullo para la Nación. Por eso hizo muy bien el Presidente Calderón cuando cumplió su ofrecimiento de "velar por la tropa" y ordenó un aumento en las percepciones de los mílites. El soldado mexicano daba mucho y recibía poco. Las medidas dictadas por el Presidente remedian una situación que a todas luces era injusta. Pero a más de eso actuó el Presidente con prudencia y buen tino político, pues no estoy yo para decirlo ni ustedes para saberlo, pero me enteré de muy buena fuente que más del 80 por ciento de la tropa votó por AMLO en la elección presidencial. Ojalá ese inquietante dato no perturbe a la República. Si acaso la perturbó espero volverle el alma al cuerpo con el siguiente cuentecillo... Un hombre joven llegó muy preocupado al consultorio de un reputado especialista. Le habían aparecido en la entrepierna, dijo, algunas manchas de color rosáceo. El galeno, tras examinarlo, le escribió una receta. Al día siguiente el joven lo llamó por teléfono. "Las manchas desaparecieron al instante, doctor -le dijo muy contento-. ¿Qué fue lo que usted me prescribió?". Contesta el facultativo: "Removedor de lápiz labial"... (No le entendí)... FIN.

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