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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

El hijo de Babalucas le pregunta: "¿Por qué las jirafas tienen el pescuezo tan largo?". Contesta el badulaque: "Para que les pueda llegar hasta la cabeza". En otra ocasión Babalucas le explicó a su hijo: "Un canguro es un animal que tiene una bolsa en el vientre, en la cual se mete cuando ve algún peligro")... Palabra ya en desuso es "mingitorio". Y sin embargo es palabra clásica que un purista no dudaría en emplear. Viene del latín mingere, cuyo significado es "mear", otro castizo vocablo para decir el cual no hay que pedir perdón. Mingitorio es lo mismo que urinario. Ya sólo en el lenguaje cantinero se escucha esa palabra, que mi paisano ilustre y admiradísimo tocayo Armando Jiménez usó con galanura en su "Picardía mexicana", obra de valor imperecedero que abrió brecha en el estudio de la cultura popular. Hago ese exordio para evocar el caso de aquel sujeto que fue al mingitorio del bar donde bebía. A la altura de sus ojos miró este letrero escrito con lápiz en la pared: "Voltea hacia arriba". Hizo eso y vio más alto, en el muro, otro letrero igual: "Voltea más arriba". Alzó la vista todo lo que pudo, y en lo más alto de la pared, ya cerca del techo, leyó este otro letrero: "Ahora vuelve la vista rápidamente hacia abajo, indejo. Te estás meando los zapatos". El poder corrompe, afirma la frase consagrada. En frase sin consagrar yo añadiría que antes de corromper el poder marea. Quien lo alcanza, en efecto, pierde el piso, es decir se siente levitar por encima de los demás mortales. Las alturas marean a algunos. ("Yo me mareo hasta cuando estoy arriba de mi señora", decía un pobre tipo afectado de acrofobia, temor a las alturas). Y ni siquiera los poderosos tienen ya quien les recuerde lo efímero y pasajero del poder; alguien como aquel esclavo que caminaba siempre atrás del vencedor romano en los desfiles de victoria, y cuya misión, por ley, era repetirle una y otra vez: "Cave ne cadas", "Cuidado, no vayas a caer", como advertencia sobre la vanidad de las glorias mundanales. No se exalten a sí propios los hombres del poder, ni alcen la vista de tal modo que dejen de mirar a la gente común, cuyas necesidades y problemas han de ser objeto primario de atención para los gobernantes. El poder es una de las cosas humanas que más aprisa pasan. Quienes lo tienen no deben correr el riesgo, por no ver hacia abajo, de mearse los zapatos... Después de esa profunda reflexión moral y miccional, que espero sirva de orientación a los poderosos del mundo, paso a narrar otros inanes cuentecillos... Un grupo de mujeres norteamericanas recién convertidas al catolicismo viajó a Roma a fin de recibir una bendición especial del Papa. Entre ellas iba Monica Lewinsky. Cuando las conversas se vieron ante el Pontífice pasaron una por una a recibir de rodillas la bendición papal. Le llega el turno a Monica, y el Papa le dice con paternal acento: "Hija mía: creo que será mejor que tú no te arrodilles"... (No le entendí)... El reverendo Luterio, predicador de una iglesia protestante, propuso el lema del mes para la iglesia: "La unión hace la fuerza". Pocos días después el reverendo estaba en estrecho abrazo de coición con una de sus feligresas. Le pregunta ella, vacilante: "¿Está usted seguro, don Luterio, de que ésta es la unión a la que se refiere el lema?"... Tres exploradores cayeron en manos de una tribu de caníbales. Al día siguiente el primero de ellos fue separado de sus compañeros. Poco después uno de los que quedaron le pregunta al otro: "¿Cómo le estará yendo a Livingstonio con los antropófagos?". "No sé -responde el otro-. Pero oí que uno dijo: ?Ya llevo una bola?. Y no están jugando al beisbol"... FIN.

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