"-Papi -pregunta la muchachita adolescente a su papá-, ¿qué es el amor?". "-¡Cómo diablos quieres que me acuerde! -se enoja el señor-. ¡Tengo quince años de casado!"... "-Señor juez -dice el señor al encargado del tribunal de lo familiar-, vengo a que me divorcie usted de mi señora. "-¿Cuál es el fundamento de su solicitud? -inquiere el juez-. ¿Qué causa alega usted para demandar ese divorcio?". "-Es que mi mujer canta en la ducha" -dice el tipo-. "-Oiga -se molesta el juez-. Ese no es motivo de divorcio. Muchas señoras cantan en la ducha". "-Sí -responde el tipo-. Pero la mía se acompaña con un trío"... El tipo aquél fue de vacaciones a Acapulco. En la playa conoció a una muchacha con la que hizo muy rápida amistad. La invitó a cenar esa noche. "-¡Claro que sí! -acepta ella-. ¡Vamos!". El invitante le agradeció la aceptación. "-No tienes nada qué agradecer -contesta la muchacha-. Todos mis amigos me dicen que soy buena onda". Al término de la cena la invita a ir a bailar. "-Desde luego que sí -responde la chica-. Ya te lo dije, soy buena onda". Por último, después de la sesión de baile, la invita a ir a algún lugar un poco más privado. Ella se resistía. "-Anda, vamos -insiste el tipo-. ¿No dices que eres buena onda?". Ante ese argumento la muchacha accedió, y el galán se pasó con ella un rato más que agradable, que se repitió en los siguientes días. Terminadas sus vacaciones regresó el tipo a su ciudad y a su trabajo. En la oficina estaba cierta mañana cuando suena el teléfono. "-Soy yo -le dice una voz femenina-. Aquella muchacha de Acapulco. La buena onda, ¿recuerdas?". Dice él que sí, y la chica le pide una entrevista, pues tenía algo muy importante qué comunicarle. Y lo que tenía que comunicarle era que a resultas de aquel encuentro en Acapulco estaba, digamos, en situación próximamente obstétrica. "-No sé qué decirte -tartamudea el tipo lleno de susto y sobresalto-. Tú fuiste muy buena onda, pero, la verdad, para mí aquello fue solamente una aventura. Además tengo mi novia, y ya voy a casarme con ella". "-Entonces -dice sombríamente la muchacha-, lo único que me queda es suicidarme". "-¡Carama! -exclama el tipo con sincera admiración-. ¡De veras que eres buena onda!"... El señor y la señora veían la tele en la cama, antes de dormir. Estaban viendo la película "?10, la Mujer Perfecta", con Bo Derek. Al terminar el film se vuelve el marido hacia su esposa, y mirándola desdeñosamente le dice: "-Quihubo, tres"... La chica, dueña de un busto de tamaño heroico, se queja muy molesta con el mesero de la pizzería. "-Camarero -le dice-, hace más de media hora pedí una pizza de salami tamaño familiar y no me la han traído". "-Hace 25 minutos se la traje yo mismo, señorita" -le responde el mesero-. "-No la veo" -dice aun más molesta la muchacha-. "-Yo tampoco -confirma el camarero-. Pero si se recarga en la silla la veremos los dos"... El recién casado lleva a su flamante mujercita al aposento en el que pasarían su noche de bodas. Al entrar en la habitación la chica se vuelve hacia su ansioso marido y le dice muy seria: "-Ahora que estamos casados, Borsalino, quiero decirte una cosa. Jamás esperes milagros de mí". "-Naturalmente que no, Rosibel -responde el novio-. ¿Por qué me dices eso?". Responde muy seria la muchacha: "-Porque milagros nada más las vírgenes los hacen"... FIN.