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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

¡Vaya manera de empezar la semana laboral! El cuento que hoy levanta el telón de esta columnejilla no debería mirar la luz de la mañana. Cuando me lo contaron me quedé en Babia, hecho un chiquilicuatro, sin entender por qué quienes conmigo lo escucharon prorrumpieron en una jocunda risotada. Pongo aquí ese relato en la esperanza de que alguno de mis cuatro lectores lo lea y me lo explane luego... Timoranta, muchacha de pocos entenderes en ciencias del mundo y de la vida, fue a hacer confesión de sus pecados ante el padre Arsilio. Le dijo que había incurrido en falta contra el sexto mandamiento. El sacerdote le pidió que fuera más explícita, pues -le dijo- el tal precepto, relativo a la lujuria, admite numerosísimas variantes, desde el íntimo pensamiento voluptuoso hasta la orgía multitudinaria. Ella le contó que un hombre la había hecho objeto de su lascivia intemperante. "Pero, hija -la amonesta el padre Arsilio-, ¿no le dijiste a ese libertino que tu cuerpo es el templo del espíritu?". "Sí se lo dije -padre -gime Timoranta-. Pero él entró por la sacristía"... (No le entendí)... Es una pena que los priistas de viejo cuño -¿acaso hay de otros?- no hayan admitido la moción de Beatriz Paredes en el sentido de hacer del PRI un partido de izquierda democrática. Ese nicho político se encuentra hoy por hoy desocupado, pues ciertamente el PRD no representa a una izquierda moderna, liberal, incluyente y participativa; antes bien es reducto de un izquierdismo anacrónico, cerril, de confrontación, cuyas tribus, violentas casi todas, tienen en la anarquía y el desorden sus principales instrumentos de participación política. Los perredistas con buen sentido de lo que la política ha de ser, como Amalia García en Zacatecas o Lázaro Cárdenas Batel en Michoacán, son vistos con ojos de sospecha por esos radicales extremistas que se quedaron anclados para siempre en los sesentas, y que por no viajar ni leer nunca no se han percatado todavía del cambio de las izquierdas en el mundo. Desde la posición sugerida por la señora Paredes el PRI puede recoger las aspiraciones de un gran número de mexicanos que temen que con la permanencia del PAN en el poder puedan cobrar auge las tendencias extremistas de la derecha, dentro de la cual hay grupos tan fanáticos e intemperantes como los que la vieja izquierda tiene. Si el PRI mantiene su etiqueta -obsoleta igualmente- de "el partido de la Revolución Mexicana"; si persiste en el gastado nacionalismo que preconizan sus santones, perderá la gran oportunidad que tiene de modernizarse. Por el contrario, si consigue abanderar las demandas de una izquierda actual se alejará lo mismo de los fundamentalismos de la derecha tradicional que de las estériles violencias del izquierdismo trasnochado, y podrá quizá en el 2012 atraer la voluntad de muchos electores. Permítanme ahora un momentito para anotar esa última frase: "las estériles violencias del izquierdismo trasnochado", a fin de usarla en posteriores artículos. Gracias... Cinicio le daba consejos a su hijo: "Jamás te acerques con intención malsana a la novia o la esposa de un amigo. La amistad es cosa muy sagrada, y bastantes mujeres tiene el mundo como para poner el ojo en las de tus amigos. A menos, claro, que estén muy buenotas"... Don Cornulio tenía antojo de que su esposa lo mimara. "Viejita -le dice vacilante-, quiero pedirte algo; pero no me atrevo, pues pensarás que mi deseo es infantil". Pregunta la señora: "¿Qué quieres?". Responde el mansueto con timidez: "Que me hagas piojito". (Hacer piojito, ya se sabe, es rascarle suavemente y con ternura la cabeza a alguien). "¡Ay, Cornulio! -replica con ligereza la mujer-. ¡Te hago güey, qué no te vaya a hacer piojito!"... FIN.

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