Mis cuatro lectores pueden hacerle la siguiente pesada broma a algún amigo. Díganle: "Leí un estudio según el cual el 90 por ciento de los hombres incurre en placeres solitarios cuando está bajo la regadera. El otro 10 por ciento, en cambio, acostumbra cantar una canción, siempre la misma. ¿Sabes cuál es?". El amigo pondrá gesto interrogante. Entonces se le dice: "Ya sabía yo que tú no eres de los que cantan la canción". Así diciendo el autor de la broma soltará una sardónica risada, mientras el otro queda mohíno, cabizbajo y poseído por honda melancolía existencial... Astatrasio Garrajarra, el borrachín del pueblo, llegó a una cantina. Le pide al tabernero: "Dame una cerveza, y me la anotas". El hombre, que no solía fiar, le responde con acrimonia: "Aquí no anoto nada". "¡Caramba! -exclama Garrajarra lleno de admiración-. ¡Lo que es tener buena memoria!"... Aquella famosa actriz era cleptómana. Tenía dinero de sobra, pero cuando entraba en una tienda no podía resistir la tentación de hacer un hurto. A consecuencia de eso fue detenida por la policía. Un juez determinó que debía recibir tratamiento siquiátrico. Después de un año de terapia el siquiatra le dijo a la mujer: "Estoy seguro de que su cleptomanía ha desaparecido por completo, miss Anoniw. Así lo comunicaré al juez, para que la declare libre". "¡Gracias, doctor! -profiere con vehemencia la mujer-. ¡No sé cómo agradecerle esto!". "Bueno -sugiere el analista-. Si tiene una recaída, me está haciendo falta un horno de microondas"... Dumdum Bonehead, vaquero del Salvaje Oeste, cabalgaba con su fiel amigo Tonto cuando se vieron rodeados por apaches. Bonehead toma su catalejo y lo dirige a los cuatro rumbos cardinales. Luego le dice a Tonto: "Tenemos 400 apaches hacia el norte; 300 en el sur; 200 en el este y 700 al oeste. ¡Ahora sabemos exactamente dónde están, amigo! ¡No se nos podrán escapar!"... Se encontraron dos señoras que se habían conocido cuando sus hijos eran aún pequeños. Dice una: "Recuerdo mucho a tus niños: Toñito, Paco y Bujarrito. ¿Qué ha sido de ellos?". "Déjame contarte -responde la otra con orgullo-. Toño es médico. Le va muy bien; tiene su consultorio en Polanco. Paco es abogado. También le ha ido muy bien; tiene su despacho en Reforma". "¿De veras? -se admira la amiga. ¿Y Bujarrito?". "Bueno -baja la voz la otra señora-. Él es pederasta". "¡Fantástico! -se admira la amiga todavía más-. Y ¿dónde tiene su oficina?"... Hay sonoras palabras que poco se usan ya. "Soflamero" es una de ellas. Se aplica ese adjetivo a quien gusta de impresionar a los demás con palabras pomposas o aparatosos actos sin contenido alguno. Pues bien: son soflameros los legisladores perredistas que promueven la desaparición de las pensiones otorgadas a los ex Presidentes y a las viudas de aquellos que fallecieron ya. Bien saben esos señores del PRD que aun si logran la aprobación de tal iniciativa los actos que de su aprobación emanen podrán ser recurridos fácilmente por la vía del amparo. No buscan los promoventes otra cosa que lucimiento personal. Nada aportan al bien de la República con esa inane acción de cuentachiles (he ahí otra sonora palabra que poco se usa ya). En cosas de mayor entidad deberían ocuparse, y no en mezquindades como ésa... Llegó un individuo a su casa y sorprendió a su mujer en brazos de otro. Le dice el follador al coronado esposo: "Amo a tu mujer y quiero casarme con ella. Hagamos una cosa. Sé que te gusta el póquer. A mí también me gusta. Juguemos una partida. Si ganas tú me comprometo a no volverla a ver. Si gano yo le darás el divorcio para así poder casarnos". "Está bien -acepta el marido-. Pero ¿qué te parece si apostamos también un poco de dinero para darle algo de interés a la partida?"... FIN.