La señora le dice a su marido: "El doctor opina que mi mamá necesita una transfusión de sangre". "¡Santo Dios! -se consterna el individuo-. ¿Y dónde vamos a conseguir tantas serpientes?". (Sobre todo del mismo grupo sanguíneo)... Pepito terminó de rezar sus oraciones. Le pregunta severamente su mamá: "¿Le contaste a Diosito que hoy te portaste mal?". "Por favor, mami -responde con impaciencia el muchachillo-. Hay guerra en Iraq; el hambre y la pobreza reinan en el mundo; el planeta se está sobrecalentando... ¿y voy yo a distraer a Dios con indejadas?". (Lo primero es lo primero)... El tipo aquel traía atado de una cuerda a un perro corriente cruzado con de la calle. Le pregunta un amigo: "¿A dónde lo llevas?". "A la exposición canina" -responde el tipo. "¿Cómo es eso?" -se sorprende el otro-. ¡Tu perro es corrientísimo!". "Sí -admite el sujeto-. Pero ahí se folla unas perras muy buenas". (El infame can tenía bufet)... Una linda muchacha escogió una tela en la tienda. Preguntó al dueño: "¿Cuánto cuesta?". Sonriendo en modo equívoco le respondió el tendero: "Un beso el metro". "En ese caso -pide la chica con mohín de coquetería- deme 12 metros". El salaz hombre se apresuró a cortar la tela y la entregó a la muchacha. Ella se vuelve hacia una anciana que andaba por ahí y le dice: "Ya tengo la tela que querías, abuelita. Págale al señor". (Y el género era cretona de la buena)... En la Décima Avenida de Nueva York un policía se sorprendió al ver a un pingüino que iba por la calle. Lo atrapó y lo puso en manos del primer automovilista que pasó. "Llévelo al zoológico" -le dijo. El hombre resultó ser Babalucas, que andaba de paseo por la gran urbe. Al día siguiente el guardia se sorprendió aún más cuando vio a Babalucas en su auto, con el pingüino como pasajero. Le dice: "¿No le pedí que lo llevara al zoo?". "Ya lo llevé -replica el tonto roque-. Y hoy lo voy a llevar al circo y a un partido de beisbol"... Para resolver la discusión con su marido la señora rompió a llorar desconsoladamente. "¡Y pensar -gime entre hipidos- que te di los mejores años de mi vida!". "¿Cómo? -exclama lleno de asombro el esposo-. ¿Esos fueron los mejores?". (Y ya no quedaba tela de dónde cortar)... Inepcio, joven desmañado, no conocía el arte que Anthony Burgess, el celebrado autor de "La naranja mecánica", llamó "the old in and out", o sea el arte de hacer el amor. En cierta ocasión estaba en coición con Pirulina, muchacha que dominaba todo el alfabeto erótico. Le preguntó: "¿Te está gustando?". "Pues te diré -responde Pirulina-. Si lo que estamos haciendo fuera un programa de televisión, yo ya habría cambiado de canal". (Incluso el del Congreso era más interesante)... La visita de Bush a México merece el don precioso del olvido. Lo único para escribir a casa fue la actitud digna que asumió Calderón frente a su incómodo huésped norteamericano. Nada concreto saldrá seguramente de las palabras, palabras, palabras dichas por el visitante: sus expresiones llevaban, como casi todas las que dice, el sello de la insinceridad. Propósito electorero tuvo este viaje del pequeño Bush, quien buscaba ganar para su partido el voto de la población hispana. Todo indica que ese objetivo resultó frustrado: más que votos el texano cosechó abucheos. En estado de languidez pasará el resto de su administración, y en el mismo estado seguirán las relaciones entre México y su poderoso vecino. (Con todo respeto, no me refiero a Guatemala)... Tetina, muchacha de busto altisonante, acudió a la consulta de un conocido dermatólogo. Le dijo que en el doble hemisferio pectoral le salían unas extrañas líneas rojas que la preocupaban mucho. Después de examinarle los túrgidos promontorios dictaminó el sabio médico: "Creo que su problema está en las uñas". "¿Cómo en las uñas?" -se desconcierta la joven pechugona. "Sí -confirma el facultativo-. En las uñas de su novio"... (Y le viera usted los muslos, doctor)... FIN.