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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

Don Astasio llegó a su casa y -como de costumbre- encontró a su esposa entrepiernada con un robusto mocetón. Colgó don Astasio su saco, el sombrero y la bufanda en el perchero del pasillo, y luego fue al chifonier donde guardaba una libretita en la cual anotaba palabras denostosas para decirlas a su mujer en tales ocasiones. Volvió a la sala y le espetó a la pecatriz un adjetivo nuevo que había encontrado recientemente. Le dijo: "¡Falluta!". Esa palabra se usa en Argentina y Uruguay para nombrar al hipócrita o desleal. El voquible lo halló el mitrado esposo en un texto de Silvina Bullrich. Pero dije: "Volvió a la sala". ¿Acaso la acción adulterina no tenía lugar en la recámara? No. La esposa de don Astasio, doña Facilisa, era de imaginación creadora, y veía en el adulterio todo un océano de posibilidades. Lo ejercía en la alcoba, claro, pero también en la cocina, en la sala, en el garaje, e incluso una vez en el jardín, bajo los tilos. Esta última experiencia no la repitió, pues las hormigas le picaron las pompas, dejándole visibles ronchas que tardaron semanas en desaparecer, por lo cual se vio forzada a retirarse temporalmente de su actividad erótica. En ese acontecimiento vio doña Facilisa la manifestación de una voluntad superior que le ordenaba no seguir haciendo aquello. Al menos en el jardín, por lo menos; contra lo otro no había habido ninguna señal. Pero vuelvo a mi historia. Como dije, volvió don Astasio a la sala y le enrostró a su mujer aquel duro adjetivo: "¡Falluta!". Ella, que en el sillón grande estaba entregada a sus evoluciones, volvió la cabeza y le dijo con tono de reproche: "Ay, Astasio. Tú ya has estado conmigo muchas veces, y este pobre muchacho apenas lleva dos o tres". Seguiré narrando en días posteriores las andanzas de amor de doña Facilisa, gracias a las cuales el vocabulario peyorativo de su esposo ha tenido singular florecimiento... Don Hamponio, el narco de la esquina, fue sentenciado por un juez. Le informó su abogado defensor: "Le tengo dos noticias: una mala y una buena". "¿Cuál es la mala?" -pregunta don Hamponio. Responde el licenciado: "El juez lo condenó a 250 años de prisión". "¡Válgame Jesús Malverde! -exclamó don Hamponio invocando aquel nombre venerado-. Y la buena noticia ¿cuál es?". Contesta el defensor: "Que el promedio de vida en México es solamente de 73 años"... Doña Gorgolota salió de la exposición canina. Iba de pésimo humor, y llevaba un listón azul colgado al cuello. Le dice su yerno: "¿Se da cuenta ahora, suegra, de por qué no la quería traer?"... Himenia Camafría, madura señorita soltera, estaba en su casa cuando entró un joven ladrón, la ató de pies y manos y procedió a robarse la cuchillería y otros efectos de la casa. Cuando salía el caco le dice la señorita Himenia: "Que le vaya bien, joven. A ver qué día viene a otra cosa"... Se encontraron dos amigos que hacía mucho tiempo no se veían. Uno de ellos invitó al otro a ir a su casa. Al entrar en ella el visitante se quedó estupefacto: la esposa de su amigo recibió a éste puesta a gatas en el suelo al tiempo que le ofrecía sus pantuflas, que sostenía entre los dientes como un manso caniche. El dueño de la casa le dice muy orgulloso a su amigo: "Todo empezó cuando encontré en una librería un libro sobre hipnotismo"... Salieron los novios de la iglesia. Un individuo se acerca al feliz recién casado y le dice al oído al tiempo que le señalaba a su flamante mujercita: "Ronca mucho"... Otros recién casados llegaron a la habitación del hotelito donde pasarían su noche de bodas. El desposado salió del baño y dejó caer ante su dulcinea la bata que lo cubría. Ella lo ve al natural y luego comenta: "Mi mamá me dijo que esta noche iba a recibir una sorpresa muy grande, pero, la verdad, no me parece tan grande"... FIN.

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