Empédocles Etílez, el borrachín del pueblo, llegó ebrio a su casa en horas de la madrugada, y se metió a la cama procurando no hacer ruido. Su esposa lo sintió, sin embargo, y entre dormida y despierta le preguntó: “¿Eres tú, Empédocles?”. “Ojalá sea yo -responde el temulento-, porque si no aquí va a haber problema”... Hubo orgía en el reino animal. Al día siguiente el changuito amaneció agotado, en estado casi de desfallecimiento. “Ni te cuento -le comentaba a un amigo-. Me tocó con la jirafa. Y entre besitos y lo demás debo haber recorrido lo menos unos 100 kilómetros”... En la cantina dos majaderos individuos hicieron una apuesta singular. “Te apuesto -dice uno de ellos-, a que tu señora trae choninos negros”. “Generalmente los usa blancos -dice el otro-, de modo que acepto la apuesta”. Cuando el majareta llega a su casa, va directo a la recámara, donde su mujer dormía ya, y levanta la sábana para determinar la apuesta. “¡Caramba! -exclama-. ¡Negros!”. De abajo de la cama salieron tres individuos de ese color. “¡Ella nos invitó, chico! -le dicen asustados-. ¡Ella nos invitó!”...Yo voy por todo México. Lo miro con mis voraces ojos, y lo admiro. Desde el cielo veo el suelo y desde el suelo veo al cielo. Hallo el aire y la tierra llenos de hermosas criaturas recién salidas de las manos de Dios. Veo las blancas garzas que nos llegaron de África y que han hecho de México su patria de adopción. Veo fieros gavilanes; guacamayas que llenan mi sierra de estridores; pájaros rojos, y azules y amarillos; chuparrosas más pequeñitas que una pequeña rosa. Miro los sapientísimos coyotes; los venados; el lince que con ojos de lince me vio pasar en una madrugada desde la orilla de la carretera. Ni nosotros, con toda nuestra torpeza de ignorantes, hemos podido cortar el hilo de la vida a muchas hermosas especies. Pero otras las destruimos ya. Desde la nada esas criaturas extinguidas nos miran con ojos de reproche y nos dicen que el hombre es sólo parte de la Naturaleza, y que si atentamos contra ella contra nosotros mismos estamos atentando. En estas vacaciones cuidemos la Naturaleza. Sólo así la mereceremos... Le dice un tipo a otro: “Mi mujer habla mucho cuando voy manejando en la carretera”. “No te doy el pésame -responde el amigo-. Mi mujer seguramente habla más”. “Lo creo difícil -replica el primero-. A ver: ¿cuántas palabras por litro da tu esposa?”... Sigue ahora un cuento sumamente majadero. Las personas que no gusten de leer cuentos sumamente majaderos sáltense hasta donde dice FIN... Iba un ventrílocuo en su automóvil por la carretera cuando se le descompuso el vehículo. Mientras esperaba ayuda entabló conversación con un mocetón campesino que estaba en la puerta de su jacal. “¿Qué haces aquí todos los días?” -le pregunta. “Aburrirme -responde el rural mancebo-. En el rancho no hay con quién platicar”. “¿Por qué no hablas con tus animalitos?” -le pregunta el ventrílocuo, que traía ánimo de broma. “Voy, voy -responde algo picado el muchacho-. Los animales no hablan”. “Claro que hablan -le dice el ventrílocuo-. Vas a ver”. Dirigiéndose a una gallinita le pregunta: “¿Qué hiciste anoche, gallinita?”. Luego, haciendo la voz de la gallina, responde: “Puse un huevito y me fui a dormir”. “Y tú, caballo, ¿qué hiciste?”. “Cené pastura y me dormí también”. “¿Y tú, marranito?”. “Yo estuve despierto toda la noche”. En eso lo interrumpe el mocetón muy alarmado. “A la chiva no le vaya a preguntar, señor -dice al ventrílocuo-. Es muy mentirosa”... FIN.