La Madre Naturaleza se mostró avara con Meñico: lo dotó paupérrimamente para el ejercicio de sus funciones varoniles. Casó el menguado joven lleno de ilusión, pues por falta de anatomía comparada no había tenido ocasión de percatarse de su minusvalía. La noche de bodas salió de la ducha y con airoso movimiento dejó caer ante su noviecita la sedeña bata que su mamá le había comprado para la ocasión. La chica, que por primera vez lo contemplaba al natural, le vio la región damnificada y no pudo menos que dejar salir una expresión de desencanto. “¡Ah! -dijo-. ¿Habrá algo bueno en la tele?”. (Al parecer ella sí tenía conocimientos de anatomía comparada)... La señorita Sheila Kill, detective, poseía dos cualidades al parecer contradictorias: era supersticiosa, y era también fanática del cumplimiento del deber. Aquel martes iba a emprender un viaje. Esa mañana, muy temprano, el velador de su finca en Devonshire la llamó por teléfono. “¡No haga usted ese viaje, señorita Sheila Kill! -le dijo con alarma-. ¡Anoche soñé que su avión venía a tierra envuelto en llamas!”. Sintió temor la genial investigadora, cuya capacidad de razonamiento para dejar en claro los más oscuros crímenes no la apartaba de creer en percepciones extrasensoriales. Así pues decidió no hacer el viaje, con sacrificio de su otro fanatismo: el cumplimiento de la tarea impuesta. Recordó la ominosa máxima que dice: “En martes ni te cases ni te embarques”. Ese mismo día los vespertinos dieron la noticia: un criminal puso una bomba en el avión, y la nave se desplomó en incendio trágico sin dejar sobrevivientes. La señorita Sheila Kill hizo venir a su empleado y le dio 5 mil libras por haberle salvado la vida con su premonición. Pero en seguida le dijo: “Está usted despedido”. ¿Por qué esos dos extremos radicales? Otra pregunta: ¿cuál es la capital de Dakota del Sur? Al final del siguiente comentario lean mis cuatro lectores la respuesta a la primera interrogante. La contestación a la segunda seguirá siendo misterio para mí... Es difícil que no salga adelante la iniciativa tendiente a despenalizar el aborto en el Distrito Federal. Más aún: es muy probable que esa reforma sea imitada pronto por algunos estados del país. Lo que vemos en la nación del norte lo veremos tarde o temprano acá en el sur. Ante esa realidad no sirven de mucho los discursos morales, por más valor que tengan. Lo que conviene es no estorbar la educación sexual ni la difusión de métodos y dispositivos tendientes a evitar las concepciones no deseadas, cuyo remedio, a falta de sana prevención, es muchas veces el aborto. Esa educación, con el apoyo a las madres solteras embarazadas, y facilitar en mayor medida los procedimientos de adopción, puede ayudar en este conflicto que mil aristas de todo orden tiene. Mientras tanto yo expreso mi perplejidad ante aquellos -y aquellas- que suelen protestar con vehemencia por el maltrato a un animal y no piensan ni por un instante en las infinitas posibilidades de una criatura humana en gestación... He aquí la respuesta al caso planteado por la señorita Sheila Kill. ¿Por qué recompensó con largueza al velador que le salvó la vida, y luego lo despidió? Porque el hombre le dijo que había visto en sueños la tragedia del avión. Quien sueña es porque está dormido, y un velador que duerme no cumple su trabajo. Recompensó a su empleado la señorita Sheila Kill por la premonición que la salvó, pero -fanática del cumplimiento del deber- lo despidió por dormir cuando debía velar. Caso resuelto... El señor y la señora daban instrucciones al arquitecto que les diseñaría su casa. “Póngale un cuarto de juegos -pide el hombre-, para meter ahí a mis amigos”. Ordena la señora: “Y ponga en la recámara un clóset bien grande, para meter yo a los míos”... FIN.