El amor es una cosa esplendorosa, hasta que se entera tu esposa. La verdad de ese apotegma universal la experimentó en carne propia don Libidio, hombre ya cincuentón y rabo verde. Su señora recibió aviso de que su liviano cónyuge andaba enredado con una damisela. Le reclamó, furiosa: “¿Qué tiene ella que no tenga yo?”. “Tiene lo mismo -respondió con cachaza don Libidio-, pero lo ha tenido 20 años menos que tú”... Un individuo de aspecto estrafalario entró en el consultorio de un pediatra. Llevaba una lámpara de mano que encendía y apagaba una y otra vez. Le dijo al médico: “He dado en la manía de creer que soy un cocuyo. Le ruego que me atienda”. Oiga -aclara el facultativo-. Mi especialidad es la pediatría. Lo que usted necesita es un siquiatra”. “Es cierto -admite el extraño sujeto-. Sé muy bien que necesito un siquiatra”. Pregunta el médico: “Y entonces ¿por qué entró en mi consultorio?”. Responde el tipo: “La luz estaba encendida”... Un granjero le dijo a Babalucas: “Quiero pesar un cerdo para saber a cómo venderlo, pero no tengo báscula”. “Eso no es problema -responde Babalucas-. Consíguete un palo resistente y atraviésalo sobre la cerca. Amarra al cerdo a un extremo del palo, y en el otro pon una tarima. En ella ve colocando piedras de distinto peso, hasta que una levante al cerdo y el palo quede equilibrado. Eso significará que la piedra pesa lo mismo que el cerdo. Entonces lo único que tendrás que hacer es buscar una báscula y pesar la piedra”... Seguramente todos los diputados estarán de acuerdo con la propuesta reelección de diputados. Muy pocos, sin embargo, admitirán la necesidad de disminuir su número, y de hacer que todos los diputados sean electos para que tengan calidad de auténticos representantes del pueblo, y no de los partidos. En los años de dominación del PRI hubo que dar migajas a la oposición a fin de crear una apariencia de vida democrática para uso de extranjeros. Entonces se inventaron diputaciones y senadurías que no derivaban de la expresión de la voluntad de los electores, sino que eran prebendas administradas por los partidos. De esa manera se desvirtuó la representación popular, y más aún se desvirtuó la esencia del Senado. Una verdadera reforma política deberá tomar en cuenta el interés de la Nación, no el interés de los políticos. (¡Bófonos!)... La recién casada llamó por teléfono a su madre. “¡Mami! -le dijo con angustia-. ¡Ultimio y yo tuvimos un pleito tremendo!”. “!No te apures, hijita -la tranquiliza la señora-. Están en sus primeros meses de casados; es natural que tengan problemas”. “Ya lo sé, mami -replica la muchacha-. Pero ¿qué voy a hacer con el cadáver?”... Tres sujetos llegaron al mismo tiempo a las puertas del Cielo. San Pedro le preguntó al primero: “¿Alguna vez engañaste a tu mujer?”. Contesta el individuo: “Siempre que pude”. “¡Al Infierno!” -decreta el portero celestial. Le pregunta al segundo: “¿Alguna vez le fuiste infiel a tu señora?”. Responde el tipo: “Un par de veces nada más”. “¡Al Infierno!” -vuelve a decir San Pedro. Le pregunta al tercero: “¿Alguna vez engañaste a tu esposa?”. “Sólo una vez -confiesa éste-. Fue hace unos días, en una cantina de Sabalino, Texas. No pude resistir la tentación. Era una rubia espléndida, de rostro bello y opulentas formas; simpática y amable. Me dio a conocer todos los goces del amor carnal; dominaba los más recónditos secretos eróticos, y varias veces me llevó a la cumbre del éxtasis sensual”. “Muy bien -dice San Pedro-. Vamos”. “¿Al Cielo?” -pregunta desconcertado el individuo. “No -replica San Pedro-. A Sabalino, Texas”... FIN.