Pirulina conoció a Meñico en el asiento del automóvil. Quiero decir que lo conoció en el sentido bíblico de la palabra. Al terminar el trance la sabedora chica ve los zapatitos de bebé que colgaban del espejo del coche y le dice a su galán: “Son de tu medida ¿no?”... Declaraba un señor de edad madura: “Me siento muy bien. Para lo que batallo mucho es para levantarme”... Le anuncia el galancete a su dulcinea: “La vamos a pasar en grande, Rosilí. Tengo tres boletos para el futbol”. Pregunta ella, extrañada: “¿Para qué necesitamos tres boletos?”. Responde él: “Uno para tu papá, otro para tu mamá y el otro para tu hermanito”... Una joven y linda vendedora de bienes raíces hizo una cita con don Autumnio, añoso caballero, para ofrecerle un lote de terreno. Se retrasó un poco la muchacha, y cuando llegó a la casa del senescente señor le preguntó: “¿Llego tarde?”. Don Autumnio contempla el bien torneado cuerpo de la chica y suspira: “Sí, linda. Unos 30 años”... El funcionario le tomó el juramento de rigor a la ancianita que obtenía por fin la nacionalidad americana. Le pregunta: “¿Jura usted defender la Constitución de los Estados Unidos contra todos sus enemigos de dentro y fuera?”. Responde la viejecita sobresaltada: “¿Yo sola?”... Alguien hacía el encomio de las cualidades de un señor. Decía: “Es perfecto. Parece el primer marido de una viuda vuelta a casar”... El director de la escuela le encargó a Babalucas que dirigiera el equipo de basquetbol del plantel. Al comenzar el primer juego el árbitro marcó un foul y señaló: “Falta personal”. De inmediato ordena Babalucas: “Traigan más jugadores”... Yo digo que debería revisarse la legislación electoral en el apartado correspondiente a las coaliciones de partidos. Sucede que algunos de ellos son verdaderas empresas de familia -y aun personales- cuya membresía real es tan pequeña que los tales partidos son ficciones que sólo pueden existir merced a las coaliciones que la ley les permite realizar. Se mantienen a flote, pues, con los votos de los partidos grandes, y eso hace que los dueños de esas organizaciones fantasmales sigan medrando con las prerrogativas millonarias que una legislación demasiado generosa les brinda a costa de los contribuyentes. No quiero con esto perjudicar a los propietarios de esos partidos: a cambio de ellos la ley podría otorgarles la concesión de un bingo o un table dance. Para ellos sería lo mismo, y la Nación no se perjudicaría más... Don Martiriano le contó a su mujer, doña Jodoncia: “Anoche contemplé el cielo lleno de estrellas y me dije: ¡Qué poca cosa soy!”. Le indica con agrio tono la mujer: “Lo mismo eres cuando está nublado”... Un golfista y su mujer murieron el mismo día, y llegaron a las puertas del Cielo. San Pedro los invitó a pasar, y dijo al hombre: “Sé que te gusta mucho el golf. Aquí podrás jugarlo”. Lo condujo al campo de golf del Cielo. Era maravilloso; el mejor que el golfista había conocido. De inmediato se puso a jugar. Jugó como nunca: los primeros cuatro hoyos hizo par; los siguientes cuatro fueron hoyo en uno. Y sin embargo iba mascullando maldiciones. “¿Por qué maldices tanto? -le pregunta su mujer-. Jamás habías jugado así”. “Por eso -contesta el golfista, rencoroso-. Habría llegado aquí 10 años antes si no me hubieras obligado a llevar aquella dieta baja en colesterol”... Las señoras cambiaban impresiones acerca del tiempo que empleaban en el amor con sus esposos. Las estadísticas variaban entre cinco y 20 minutos por vez. Dice una: “Yo dedico tres horas a hacer el amor con mi marido”. “¿Tres horas? -se asombran todas-. ¿Por qué tanto?”. Explica ella: “Es que le hago el amor estilo médico del Seguro”. “¿Cómo es eso?” -preguntan las demás. Explica la señora: “Lo tengo esperando dos horas 58 minutos, y luego lo atiendo dos”... FIN.