El jefe de personal le indica a la aspirante a secretaria: "Señorita Rosibel: en el renglón donde dice: ‘Sexo’ debe usted poner: ‘Femenino’, y no: ‘Tres veces por semana’"... Doña Bucolia, granjera ella, tenía una vaca, y quiso que la vaca tuviera cría. Para eso fue a un pueblo cercano, Hediondilla de Abajo. Ahí consiguió un toro y lo llevó con la vaquita a fin de que cumpliera su natural función. Pero el toro no funcionó. Indiferente, apático, ni siquiera veía a la vaca. Doña Bucolia comentó con una vecina lo que había sucedido. "Dime una cosa -pregunta la vecina-. Ese toro ¿es de Hediondilla de Abajo?". "De ahí es, en efecto -contesta doña Bucolia, asombrada-. ¿Cómo supiste?". Responde secamente la mujer: "De ahí es mi esposo"... Don Vetustiano Garbanza, señor de edad madura, le contó a un amigo: "Todas las noches dejo satisfecha a mi mujer en la cama". "¿De veras? -se sorprende el amigo-. ¿Cómo le haces?". Explica don Vetustiano: "Le digo: ‘Esta noche no quiero sexo; quiero dormir’. Eso la deja satisfecha"... El debate sobre la despenalización del aborto en el Distrito Federal mostró paladinamente que los mexicanos tenemos todavía que aprender la virtud de la tolerancia. "¿Tolerancia? -preguntaba con acrimonia Paul Claudel, gran escritor católico-. ¡Para eso hay zonas!". Yo pienso que al debatir las ideas toda la sociedad debe ser zona de tolerancia. Quiero decir que en todos debe imperar un espíritu de convivencia, y de común interés en el bien general, que nos permita discrepar sin insultarnos. En este caso, el de la discusión sobre el aborto, hubo exceso en ambos lados. Personas de quienes se habría esperado mayor ponderación cayeron en la injuria y el denuesto. Ciertamente una de las obras de misericordia que enunció el buen Padre Ripalda es la de corregir al que yerra. Pero esa corrección ha de hacerse con caridad y amor. La santa indignación no es nunca ira. Aquélla es virtud; ésta es pecado capital. Por otro lado, si bien es cierto que la ley no debe privar de la libertad religiosa, tampoco la religión debe conculcar la libertad civil. Todo delito en el fondo es un pecado, pero no todo pecado es siempre un delito. Cuando Jesús dijo: "Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios" no estaba creando divisiones, sino conciliando extremos. Resulta que los zelotes, fanáticos sectarios contemporáneos de Jesús, sostenían que a Dios se le debe dar todo, y nada al César. O sea, afirmaban la absoluta primacía del poder religioso sobre el poder civil, y la completa sujeción de éste a aquél. Con su frase Jesús enseñaba el respeto a la autoridad temporal, y en cierta forma hacía un prenuncio de la separación que debe haber entre la Iglesia y el Estado. En México lograr esa separación, indispensable en la vida política moderna, costó muchos esfuerzos, y también mucha sangre. Cuando el poder espiritual (si es que en el campo del espíritu puede hablarse de poderes) pretende primar sobre el temporal, surgen problemas como éstos que hemos visto. Propongan sus enseñanzas las iglesias, pero no quieran imponerlas a quienes quizá ni siquiera son creyentes. Digamos con el Filósofo de Güemez: "Una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa"... Pepito fue a visitar a Rosilita, su pequeña vecina de tres años. La mamá de la niña le informó al visitante que su amiguita estaba todavía en su cuarto. Va Pepito y toca la puerta de la habitación. "Soy Pepito" -se anuncia. Desde adentro responde la nenita: "Espera un momento, Pepito. Estoy en ropa interior, y mi mami me ha dicho que los niños no deben ver a las niñas en ropa interior". Instantes después se oye de nuevo la voz de Rosilita: "Ahora sí puedes entrar, Pepito. Ya me quité la ropa interior"... FIN.