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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

Catón

En el juicio el abogado de la compañía de seguros le pregunta al demandante, un granjero: "Usted alega que sufrió graves lesiones en el accidente, y pide una indemnización por daños. Sin embargo yo tengo la declaración escrita del patrullero que estuvo ahí, y el oficial asegura que después del accidente le preguntó cómo se sentía, y usted contestó que jamás se había sentido mejor en su vida. ¿Es cierto eso?". "Sí -vacila el hombre-, pero...". "Responda sencillamente sí o no" -lo apremia el interrogador. Dice el granjero "Sí". "No más preguntas" -concluye con acento de triunfo el abogado. Le toca el turno al defensor del granjero. Le pide: "Diga en términos sencillos lo que pasó el día del accidente". Empieza a relatar el tipo: "Iba yo en mi coche tirado por un caballo. Conmigo iba mi perro. De pronto aquel camión nos embistió y destrozó el carrito. Llegó un patrullero y vio a mi caballo tirado, sufriendo horriblemente. Sacó su pistola y le dio un balazo en la cabeza para quitarlo de sufrir. Después vio a mi perro, también herido de gravedad, que gañía lastimeramente por el dolor. Le dio también un balazo para que no sufriera más. Enseguida, con la pistola todavía humeando, vino hacia mí y me preguntó: '¿Cómo se siente?'. ¿Qué otra cosa podía yo contestar?"... Este cuentecillo ilustra una verdad sabida: el hombre es a veces víctima de las circunstancias. Ciertamente hay quienes pueden ser arquitectos de su propio destino, pero hay destinos tan aciagos que ni Pei, el gran maestro de la arquitectura contemporánea, podría hacer algo con ellos. La educación es el arma mejor para luchar contra las injusticias de la sociedad, y es también el gran impulso que hace avanzar al individuo. Pero mientras el trabajo de los maestros no pueda ser evaluado cabalmente, y mientras un sindicalismo mal entendido siga estorbando las reformas necesarias para modernizar la educación, en México las circunstancias derivadas de la desigualdad social seguirán impidiendo que muchos mexicanos puedan cambiar su destino y mejorar su vida... Con tono de emoción doña Burcelaga le pregunta a Capronio, su marido: "¿Me seguirás amando cuando mis cabellos se pinten de blanco?". "Claro que sí -responde el tal Capronio-. Te seguí amando cuando te los pintaste de amarillo, rojo, morado, platino, negro, azul...". (NOTA: Y le faltó decir: bayo, cobrizo, azafranado, violeta, pajizo, anaranjado, caoba, chedrón, tornasolado, castaño, cerúleo y bermellón...) En la carrera de Fórmula Uno el corredor inglés entró en los pits. En menos de 8 segundos su cuadrilla le cambió las llantas al coche y le llenó de combustible el tanque. Poco después el corredor alemán entró en los pits. En menos de 4 segundos su cuadrilla le cambió las llantas al coche, le llenó de combustible el tanque y le puso al auto un nuevo carburador. Luego el corredor mexicano entró en los pits. En menos de dos segundos su coche quedó rodeado por una veintena de individuos que le gritaban al conductor a voz en cuello: "¿Le limpio el vidrio? ¿Se lo cuido? ¿Se lo lavo?"... Un señor vacacionaba en la playa. Se expuso tanto al sol que la piel se le quemó, y el infeliz no podía soportar ni siquiera el roce de la sábana. Fue con un médico local, y éste le dijo: "Tómese esta pastilla, y una hora después acuéstese de espaldas en la cama". El insolado ve la pastilla y manifiesta con asombro: "Oiga, doctor: esto que me está dando usted es Viagra". "En efecto -contesta el galeno-. Es Viagra". Dice desconcertado el individuo: "No sabía que el Viagra cura las quemaduras de la piel". "No las cura -replica el facultativo-. Pero la sábana ya no le rozará el cuerpo". (No le entendí)... FIN.

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