Don Terebinto cortejaba con discreción a Himenia Camafría, madura señorita soltera. Sus intenciones eran honorables, pero a pesar de eso ella veía con buenos ojos las galanterías que le dispensaba el senescente caballero. Cierto día don Terebinto se presentó en la casa de la señorita. Llegó con un ramito de violetas. Himenia, ruborosa, pasó al visitante a la sala y le ofreció una copita de rompope. Manifestó don Terebinto: "Debo advertirle, amable amiga mía, que el licor suscita en mí deseos amorosos". "En ese caso -se levantó la señorita Himenia- déjeme traer algo más fuerte". Fue y regresó con una damajuana de mezcal. "Es del más fino de Oaxaca" -declaró. No quiero hacer larga la historia. Una copita llevó a otra, y una cosa a la siguiente. A poco la señorita Himenia estaba en el sofá en brazos de don Terebinto. "Contenga usted las manos, don Tere" -le pidió entre sofocos. Y añadió enseguida: "La blusa se desabrocha por atrás". No sé qué habría pasado -más bien, sí sé qué habría pasado- si no es porque en ese preciso instante sonó el timbre de la puerta. Llena de sobresalto la señorita Himenia apartó de sí a don Terebinto, y ya no sucedió lo que seguramente iba a pasar. Nunca supo ella quién había llamado, pues cuando abrió la puerta después de componerse con premura la ropa y el peinado no había nadie ahí. Posteriormente atribuyó lo acontecido a un milagro que la salvó de perder la nunca tangida gala de su doncellez. Sin embargo quien esto escribe, nutrido en la recia doctrina del positivismo, pregunta: ¿quién es el inventor del timbre eléctrico? Supongo que Thomas Alva Edison. Pues bien: a ese gran científico debemos darle las gracias por haber salvado la virtud de nuestra amiga cuando ella estaba a punto de echar a rodar la honestidad. No sé si el timbre eléctrico sea considerado por la religión un elemento defensor de la virginidad, pero lo sucedido me mueve a proponer que toda señorita decente instale uno en su casa, por lo que se pueda ofrecer. (Quizá si se juntan varias consigan un descuento en la compra de los timbres). Por cierto, uno de alarma tendríamos que poner nosotros para avisar a la República que las cosas se deben mover si no queremos que las cosas se muevan. No es posible que en la nueva vida democrática de México pervivan las mismas estructuras del pasado. El cambio político ha de estar acompañado por transformaciones sociales y económicas de fondo que eviten una regresión a los tiempos del estatismo autoritario. Al PAN y al PRI corresponde promover tales reformas -la fiscal, la energética, la laboral-, habida cuenta de que el PRD está ocupado en imponer sus decisiones en el Distrito Federal. Si en este sexenio no se logra ese cambio volverá aparecer, magnificado, el peligro del populismo caudillista que el año pasado nos amenazó... La señora de la casa le dice a la criadita: "Famulina, te regalo este camisón de dormir. A mi esposo no le gusta que me lo ponga". Contesta la criadita. "Regáleselo a alguien más, señito. Tampoco le gusta que me lo ponga yo"... Los nativos salvaron al explorador en la estampida de los elefantes. Exclama el hombre, agradecido: "¡Pensé que eran ustedes unos salvajes antropófagos!". "Lo somos -responde el jefe-. Lo que pasa es que no nos gusta la carne molida"... Delante de su mamá el niñito le cuenta a la vecina: "El viernes que mami salió de viaje, papi y mí dormimos juntos". La vecina lo corrige: "Papi y yo". "No -replica el niñito-. Lo de ustedes fue el sábado"... FIN.