Babalucas fue a comer con un amigo. En el restorán lo acometió de pronto una urgencia corporal mayor. Se dirigió al baño, pero regresó al punto. Le pregunta su amigo con extrañeza: "¿Qué pasó? ¿No encontraste el baño de hombres?". "Sí lo hallé -responde el badulaque-. Pero tiene en la puerta un letrero que dice: ‘Caballeros Men’. Y yo iba a lo otro"... Doña Sinistra, tres veces viuda ya, se iba a casar por cuarta vez. Le dice una hermana del novio: "Espero no ser indiscreta si te pregunto de qué murió tu primer marido". Responde ella: "Comió hongos envenenados". "Qué pena -se conduele la mujer-. Y tu segundo esposo ¿de qué murió?". Contesta doña Sinistra: "También comió hongos envenenados". "Trágica coincidencia -medita la futura cuñada-. Y ¿cuál fue la causa de la muerte de tu tercer marido?". Responde doña Sinistra con sombrío acento: "Ése murió estrangulado". "¡Qué horrible muerte!" -exclama la otra con espanto. "Él tuvo la culpa -declara doña Sinistra-. No quiso comerse los hongos"... Empédocles Etílez comentaba: "Bebo por causa de una mujer. Y ni siquiera he tenido la cortesía de agradecérselo"... La gitana le dijo al hombre: "Adivino la suerte". Replica con ironía el individuo: "Eso es lo que tú crees". La mujer le examina la palma de la mano y le dice: "Eres padre de un hijo". "¿Lo ves? -se burla el tipo-. Estás equivocada: soy padre de cuatro hijos". Contesta la quiromántica: "Eso es lo que tú crees"... Yo soy católico (creyente, no practicante). Y soy casado (practicante, no creyente). Por las dos causas, la religión y el matrimonio, debería ser yo manso y sumiso. Y sin embargo aliento en mi interior secretas rebeldías, fruto quizá de una actitud romántica adquirida en la lectura de modernos autores: Víctor Hugo, Bécquer, Heine. Creo en el individualismo; sostengo que aun las mayores obras colectivas -la Muralla China, pongamos por caso- tienen como semilla germinal la idea concebida por un solo individuo. En México hay muchos hombres y mujeres de mente generosa y elevada capaces de generar proyectos que beneficiarían al país. Pero la mentalidad colectivista surgida después de la Revolución, y el corporativismo en que se basó la larga dominación del PRI, dieron origen a un sindicalismo pernicioso que no sólo aniquila cualquier impulso de renovación, sino que oprime a los trabajadores y les conculca sus derechos en beneficio de líderes que ganan poder y dinero al amparo de sus puestos de simulada representación. Una nueva cultura laboral lo transformaría todo en México, desde la educación hasta la productividad. Pero para que tal cosa se logre los sindicatos tendrían que dejar de ser entes de corrupción y convertirse en entes de promoción. Y eso, para decirlo con un nombre que rime, Estaca Brown... Sigue ahora un cuento tremendamente rojo. En los registros de la Pía Sociedad de Sociedades Pías ese relato aparece marcado con cinco equis, calificación que corresponde al último grado de la sicalipsis. Digo eso como advertencia a las personas con pruritos de moral, a efecto de que se abstengan no ya de leer, sino aun de posar los ojos en tan vitando chascarrillo... Candorio, joven sencillo y apocado, casó con Volatina, azafata de línea de aviación. Cuando regresaron de la luna de miel la recién desposada manifestó que seguía siendo virgen: su doncellez estaba intacta. "¿Cómo es eso posible?" -pregunta llena de sobresalto la mamá del novio. Responde el tal Candorio: "Ella tiene la culpa, madre. Todas las noches se la pasaba diciéndome: ‘Coloque esto sobre la nariz y boca y respire normalmente’"... (No le entendí)... FIN.