Babalucas iba en una flamante bicicleta. Su amigo Gedeón, tan tonto como él, le pregunta con admiración: "¿De dónde sacaste esta bici?". Relata Babalucas: "Anoche iba por el parque, y pasó una hermosa muchacha en esta bicicleta. Se detuvo, se quitó la ropa y me dijo: ‘¡Toma lo que quieras!’". "Escogiste bien -le dice Gedeón-. Seguramente la ropa no te habría quedado"... A veces la voz de quienes clamamos en el desierto es escuchada. Aún no salía a la luz mi flamígera denuncia sobre los daños causados por las obras en la carretera que une a Saltillo, mi ciudad, con Monterrey, y ya el delegado de la SCT en Nuevo León había dado orden de suspender dichos trabajos hasta hallar la manera de efectuarlos sin provocar inconvenientes graves a los automovilistas. Desde luego se antoja pensar que esa planeación debió hacerse antes de empezar la tarea, pero en fin, más vale corregir que empecinarse en el error. Dos cosas buenas debo señalar tras haber indicado aquí la mala. Una, que los ciudadanos ya no se resignan a los yerros oficiales como si fueran fenómenos de la naturaleza. Ahora protestan, demandan explicaciones y exigen respeto a sus derechos. Otra, que los funcionarios ya no son aquellos que eran antes, diosecillos indiferentes a toda voz que no fuera la de aquel que los llevó a la nómina. Falta ahora que se aceleren los trabajos de construcción de la nueva carretera. Porque sucede que nuevamente han sido suspendidos, esta vez por celos burocráticos. La Semarnat se picó porque la SCT no le pidió permiso para pasar por donde hay unas hierbitas en vías de extinción. Quizá sería bueno considerar que en la actual carretera, saturada ya al extremo, casi todos los días suceden accidentes graves, lo cual pone a muchas vidas humanas también en vías de extinción. Habrá que escoger, a menos que la carretera se haga por el aire. La ecología y el progreso se pueden conciliar cuando hay buen juicio y buena voluntad. Pero aquí se hace presente Kafka: la Profepa informó que la secretaría de Comunicaciones podrá seguir trabajando en el área que ya desmontó. Todo hace indicar, pues, que se autorizará la continuación de los trabajos. Sin embargo la delegada de Semarnat declara que la autorización correspondiente, "si nos apegamos estrictamente y todo se hace bien", podrá tardar hasta un mes y medio en concederse. Burocracia, burocracia pura. Y en tanto que no se hace nada, pero se hace con 15 copias, se pone freno a una obra necesarísima no sólo en el ámbito local, sino nacional. Subsiste la pregunta que en las horas de duermevela me atosiga: ¿en qué país vivimos?... Tres exploradores fueron capturados por aborígenes salvajes. El jefe de la tribu les dijo que podrían salvar la vida si cumplían dos condiciones. La primera, traer cada uno diez frutas de una misma especie. Salieron los tres a toda carrera. Llegó el primero con diez mangos. "La segunda condición -le dijo el jefe- es que te los pongas ya sabes dónde. Si haces un solo gesto perderás la vida". El hombre empezó a realizar la dura prueba. Al ponerse el tercer mango no pudo evitar una mueca de dolor. "¡A la muerte¡" -decretó el salvaje. Llegó el segundo explorador. Éste traía fresas. Oyó la misma orden y empezó a cumplirla. Iba ya en la novena fresa cuando su rostro se alteró, pues el hombre estalló en una grande carcajada. "¡A la muerte!" -ordenó el jefe. Los dos exploradores muertos, el de los mangos y el de las fresas, se hallaron en el más allá. "¿Qué te pasó? -le pregunta el primero al segundo-. Ya ibas a superar la prueba. ¿Por qué te reíste?". Contesta el otro: "Es que vi a nuestro compañero. Traía piñas"... FIN.