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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

Armando Camorra

He puesto aquí “El chiste más rojo en lo que va del año”. He sacado a la luz también “El chiste más breve en lo que va del año”. Igualmente he dado a las prensas “El chiste de más dudoso gusto en lo que va del año”. Pues bien: dentro de pocos días publicaré “El chiste más rojo, más breve y de más dudoso gusto en lo que va del año”. Doña Tebaida Tridua, presidenta ad vitam interina de la Pía Sociedad de Sociedades Pías, leyó ese cuento y fue acometida por un súbito accidente de oftalmomiositis, o sea inflamación de los músculos oculares, síndrome que los especialistas se vieron obligados a tratar con un método algo heterodoxo: después de agotar sin resultado todos los expedientes de la ciencia recurrieron a la hierba llamada “chicalote”, la cual, combinada con leche de mujer, sana las inflamaciones de los ojos. Con serias reservas, pues, publicaré ese chascarrillo, cuya fecha de aparición daré a conocer oportunamente a mis cuatro lectores. Hoy pondré al final de esta columna otra historieta no menos arriesgada, cuyo título es intrigante y sugestivo: se llama “El yerno gallináceo”... Era yo muy joven cuando hice la peregrinación a Compostela. Fui de la mano de aquel loco tan cuerdo llamado Walter Starkie, irlandés y gitano, tocador de violín y soñador de sueños medievales. Fue entonces cuando quedé prendado de Galicia y de todo lo gallego, amor que hasta este día llevo en mí. Le pido a Dios que no me saque de este mundo sin darme la venturosa gloria de mirarme frente al Pórtico de la Gloria, cubierto por la esclavina jacobea, y la venera del Apóstol luciendo en mí con resplandor de estrella. Si ahí estuviera hoy le pediría a Santiago que el fulgor que abrillanta su camino ilumine también la oscura mente de Manuel Espino, que se ostenta como su devoto. He aquí que al dirigente del PAN le ha dado por crearle problemas al Presidente de México, desaforada conducta que se aleja de toda razón y del cauce ordenado de las cosas. Con su actitud infidente y poco leal Espino pone sus personales reconcomios por encima del bien de su partido, y aun de México. No se emperre Manuel Espino en sus perrerías: se le puede aparecer el Boanerges, Hijo del Trueno, jinete en albo corcel, para reclamarle sus insidias... Sigue ahora el relato que arriba se anunció: “El yerno gallináceo”... Un mozalbete llamado Pigricio Pitongo se presentó ante don Poseidón, labriego acomodado, y le pidió la mano de su hija Dulciflor. El severo paterfamilias le preguntó al solicitante si tenía medios para mantener a la muchacha. “Señor -contestó el boquirrubio galán-. Donde comen tres comen cuatro. He pensado que podríamos tomar nuestros alimentos aquí, en casa de usted”. Don Poseidón frunció el ceño y otras cosas, e inquirió con mayor severidad: “Y ¿dónde van a vivir?”. “Señor -respondió el cortejante-. La casa de ustedes es muy amplia. Podríamos vivir aquí mismo”. La inquietud del genitor creció de punto. “Y dígame, joven -preguntó-. ¿Tiene usted algún trabajo?”. “Por ahora ninguno -manifestó el tipejo-. Llevo más de diez años esperando una posición de alta gerencia, pero la suerte no me ha favorecido, pues las empresas prefieren a gente con estudios en vez de favorecer a quienes, como yo, nos hemos graduado en la academia de la vida. Afortunadamente usted cuenta con abundantes medios económicos, y eso resuelve la cuestión”. En eso entró la esposa de don Poseidón. Le dice éste a su señora: “Te presento al señor Gallina”. “¿Gallina? -se sorprende ella-. Entiendo que el apellido de este joven es Pitongo. ¿Por qué le llamas Gallina?”. Responde con hosco acento el vejancón: “Porque lo único que va a poner son los huevos”... FIN.

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