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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

Un fantasma ronda los pasillos de la Suprema Corte de Justicia... Tras decir esto el columnista se detiene: su frase ha dejado en suspenso a la República. Y ¿quién es él para andar por ahí suspendiendo repúblicas? Narrará entonces algunos lenes chascarrillos a fin de disponer el ánimo de la Nación a recibir noticias de fantasmas, y luego dirá cuál ronda los pasillos de la Suprema Corte de Justicia... Don Poseidón Fortínez, severo padre de familia, daba consejos a su hijo, que se iba a casar el día siguiente. Le dice: "Cuando llegue usted al hotel con su novia llévela en brazos a la habitación, para que la muchacha vea que los Fortínez somos cabellerosos. Luego cargue usted mismo las maletas y métalas en un solo viaje al cuarto, para que vea que los Fortínez somos vigorosos. Luego báñese, para que vea que los Fortínez somos limpios. Enseguida métase con ella a la cama. Y luego satisfágase usted mismo, para que su mujer sepa desde el principio que los Fortínez somos autosuficientes"... He aquí una triste historia. La señora estaba hablando por teléfono. "He tenido un día terrible, madre -dice-. Leovigildo ha estado más pesado que nunca... Es cierto, debo ser más enérgica con él; pero ya lo conoce: no hace caso... Sí, sé bien que usted me lo advirtió. Me dijo que era un bruto, un necio, un hombre insensible, un monstruo de maldad incapaz de entender a una mujer... Sí, también recuerdo que me dijo que Leovigildo me haría desdichada; que era yo una tonta al casarme con él. Ahora sé que tenía usted razón. Fui una idiota al no hacer caso de sus advertencias... ¿Quiere hablar con él?... Se lo paso... Leovigildo, tu mamá quiere hablar contigo"... Doña Macalota le dice a su amiga: "Luces maravillosa. Jamás te había visto con ese aspecto tan joven, tan alegre, tan radiante... ¿Qué haces para verte así?". "Te diré mi secreto -responde la feliz mujer-. Pero prométeme que a nadie se lo contarás. Si te lo cuento es porque eres mi mejor amiga. Estoy viviendo una aventura con un muchacho. Todas las tardes lo veo en un discreto motelito, y ahí tengo con él una sesión de una hora de apasionado amor. Eso me deja como nueva. Con esas sesiones he adquirido interés en la vida; me siento llena de entusiasmo, de vigor...". Pregunta con hosco acento Macalota: "Y si soy tu mejor amiga, ¿por qué no me invitas a las sesiones?"... Un fantasma ronda los pasillos de la Suprema Corte de Justicia: el fantasma del protagonismo. Los ministros recibieron muy buenos comentarios con motivo de su actuación en torno de la ley de medios electrónicos, y eso puede hacerlos caer en la tentación de querer seguir figurando, de volverse una especie de Baltasar Garzón colegiado, ajonjolí de todos los moles y métome-en-todo judicial. Mucho cuidado. Lo digo por el caso de Oaxaca. Los ministros son juzgadores, no investigadores ni fiscales. Deben estar por encima de los acontecimientos para poder juzgar sobre ellos con imparcialidad. Los propios ministros han de acotar sus facultades discrecionales a fin de no incurrir en las veleidades y excesos a que son tan proclives los otros poderes de la Unión. Siempre he pensado que los señores ministros de la Corte no deberían leer los periódicos ni ver los noticieros de la televisión. De ese modo su criterio no se inficionaría con el sonido y la furia de las disímbolas interpretaciones que los opinadores dan a los sucesos. Por eso la Justicia aparece vendada en la escultura clásica: para no ver el caos de las pasiones y los intereses encontrados, y aplicar únicamente en sus dictados los preceptos de la ley. Se las encargo mucho... FIN.

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