Dos siquiatras estaban platicando. Dice uno: "Jamás puedo dejar de asombrarme, estimado colega, al ver los intrincados recovecos del subconsciente humano, y la morbosa imaginación que se alberga en el cerebro de los hombres. Hago a veces ciertas preguntas a mis pacientes, y se sorprendería usted al conocer las respuestas que me dan”. "¿Por ejemplo?” -pregunta el otro. "Le diré -responde el primero-. Les pregunto cuál es la parte de nuestro cuerpo que tenemos atrás, más oscura que las partes adyacentes, y cuyo nombre, de cuatro letras, comienza con ce y acaba con o”. "El codo, claro” -dice el otro siquiatra. "Por supuesto -replica el primero-. En seguida les pregunto qué es aquello que las vacas tienen cuatro y las mujeres dos”. "Las piernas, obviamente” -contesta el otro. "Desde luego -admite el primero. Por último les pregunto qué es lo que los hombres hacen de pie, las mujeres sentadas y los perros en tres patas”. "Saludar” -indica el otro siquiatra. "¿Ya lo ve, colega? -dice el otro-. Usted y yo sabemos las respuestas obvias. Pero ¡viera las contestaciones que dan mis pacientes a esas preguntas tan sencillas!”... En el acto del amor el anheloso galán suspendió por un momento sus afanes y preguntó a su pareja: "¿Te está gustando esto, Rosibel?”. "Mira -respondió con tono acre la muchacha-. Si esto estuviera en los cines gemelos yo ya me habría pasado a la otra sala”... El agente viajero se extravió en un camino rural. El papá de Pepito, granjero, le permitió que pasara la noche en su casa. Dormiría en la cama de su hijo, le ofreció. Apenas el viajero se metió entre las sábanas, advirtió que el niñito se ponía de rodillas al lado de la cama. "¡Caramba! -dijo para sí, apenado-. Debo rezar yo también, para no dar mal ejemplo al chico”. Así, salió de la cama y se arrodilló. "¿Qué está haciendo?” -le pregunta el chiquillo. "Lo mismo que tú, pequeño” -le responde el viajero. "Pues se va a meter en un lío -le dice Pepito-, porque la bacinica está de este lado”... Los mexicanos estamos viendo ya el túnel al final de la luz. Me explicaré. Durante siete décadas vivimos bajo un sistema de partido único, aquella famosa “dictadura benévola” que casi nunca era dictadura, pues hacíamos lo que nos venía en gana (con tal de que nuestra gana no deviniera en pérdida para ese sistema), y que a veces -como en el 68- no era tan benévola. Ahora vemos frente a nosotros, después de lo que quizá será un breve paréntesis democrático, la amenaza del populismo anárquico, según se mira por los acontecimientos de Oaxaca y el Distrito Federal, que se repiten como ominoso signo. Si no adelantamos el reloj de la justicia social, más temprano que tarde caeremos en uno de esos gobiernos autoritarios que están padeciendo algunos países de América del Sur. Lo dicho: al final de la luz se ve ya el túnel... Le pregunta un tipo a otro: “¿Por qué te dicen ‘El Pollo’?”. Responde el interrogado: "Es que se casaron mis papás, y a los 21 días nací yo”... Dos amigas se encuentran después de algún tiempo de no verse. Contentas de haberse hallado fueron a tomarse un cafecito. Pronto, desde luego, empezaron las confidencias. Dice una: "La verdad, no me ha ido muy bien. Tengo un marido que no me saca nunca, me niega todo lo que le pido y se porta conmigo majadero y descortés”. "En cambio yo -dice la otra-, tengo un marido que me lleva a todas partes: a cenar, a bailar, a pasar fines de semana en la playa. Además nunca me niega nada: me compra perfumes, pieles; me acaba de regalar un coche”. "¡Oye! -exclama la otra con envidia-. ¡Pues sí que tienes un buen marido!”. "Sí -admite la primera-. ¡Ojalá nunca se entere su mujer!”... FIN.