Aquella casa de mala nota era algo especial, según descubrieron algunos de los asistentes a la Convención Anual de Gerentes de Supermercados. La dueña del establecimiento los recibió con una copa de champaña, y en seguida les presentó a las chicas del lugar. "Ésta es Hootchie Cootchie -les dijo-. Se especializa en columpio oriental. Sus servicios cuestan 500 dólares. Ésta otra es Jammy Hotlips. Domina todas las técnicas orales, y eso que es muda. Pueden pasar un rato con ella por 600 dólares. Ésta de acá es Sadie Massok. No dice que no a nada; hace de todo. Su tarifa es de mil dólares...". Los gerentes de supermercados se veían unos a otros, azorados. Uno de ellos interpretó la inquietud de todos. Preguntó: "Oiga, señora: ¿y no tiene productos genéricos?"... Solicia Sinpitier, madura señorita soltera, entró apresuradamente en la mueblería, sacó chequera y pluma y le pidió con ansiedad al encargado: "¡Quiero la sala sexual que anuncian hoy en el periódico!". "Señorita -la corrige el hombre-. Debe usted haber leído mal. El anuncio dice: ‘Sala seccional’"... Babalucas estaba feliz con su nuevo coche. "Tiene cinco velocidades -describía orgulloso-. Con la primera llevo ya 10 mil kilómetros andados. ¡Y todavía no he usado ninguna de las otras cuatro!"... Doña Jodoncia y su abnegado esposo, don Martiriano, fueron a una exhibición de modas. Salió una modelo vestida con un atuendo tan breve que por arriba se le veía hasta abajo y por abajo se le veía hasta arriba. "¡Qué impudicia! -exclama doña Jodoncia con escándalo-. ¡Si yo me viera así no saldría de la recámara!". "Tienes razón -concede don Martiriano-. Si tú te vieras así yo tampoco saldría de la recámara"... Aquel adolescente, interno en un colegio religioso, había puesto en la pared, sobre la cabecera de su cama, las páginas centrales de un ejemplar de la revista Playboy con la fotografía de una preciosa chica en traje de Eva y la inscripción "Playmate 1954". El encargado del dormitorio le muestra aquello al director y le comenta: "Y ni cómo decirle nada, señor. Es su abuelita"... Sam, el hijo de la señora Levine, se iba a casar. Ella, muy preocupada, le contó a su amiga, la señora Shapiro: "Sammy obtuvo un certificado de salud de la muchacha, y en el papel dice que ella tiene una enfermedad de los gentiles. No sé qué enfermedad pueda ser ésa". La señora Shapiro le pide el certificado y lo lee. "No es enfermedad de los gentiles -aclara-. Aquí dice ‘de los genitales’"... El padre Arsilio fue a visitar a doña Burcelaga. Ella era esposa de don Feblicio, senescente señor languidecido. Le pregunta el señor cura a la señora: "¿Tu marido cree en la vida después de la muerte?". "¡Uh, padre! -responde doña Burcelaga con tristeza-. ¡Ni siquiera cree en la vida después de la cena!"... Viene ahora un cuento que la Pía Sociedad de Sociedades Pías registró con XXXXX. Esa clasificación indica que el cuento es desaconsejable. Si a pesar de la advertencia alguien lo lee y queda con la moral enrevesada, no tendrá derecho a hacer luego reclamación alguna... Capronio, sujeto incivil y majadero, iba a asar carne en el jardín. Su señora fue a preparar el asador. Al verla le dice Capronio con irónico tono de acre burla: "Deberías ponerte a dieta, gordinflona. Estás del ancho ya del asador". Ella, acostumbrada como estaba a los sarcasmos e inris de su esposo, no respondió palabra. Pero esa noche, ya en el lecho conyugal, Capronio sintió el natural deseo de la carne, y se arrimó mimoso a su mujer en busca de los goces del connubio. Ella lo apartó de sí y le dijo con tono que también sonó sarcástico. "Estás equivocado si crees que voy a encender todo el asador nomás para calentar una salchichilla botanera"... (No le entendí)... FIN.