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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

Lady Loosebloomers, esposa de lord Feebledick, compartía las ideas sociales del señor Bernard Shaw. Siguiendo esos principios admitía en su lecho a la clase popular, representada por el chofer, el jardinero, el mayordomo, el valet, el encargado de las perreras, el caballerango, el montero, el guardabosques y el joven que cuidaba la cría de los faisanes. Cierto día se hallaba en trance de coición con este último. El muchacho era arrebatado, y se dejaba llevar por los impulsos propios de su edad. Así pues, olvidado de las buenas maneras y de los límites que le imponía su condición, exclamó en un momento del deliquio poniendo las manos en la pomposa región glútea de mi lady: "¿De quén son estas coshotas?". "Teneos, jovencito -lo detuvo con dignidad lady Loosebloomers-. Adulterio sí; familiaridades no"... Un sacerdote católico, un ministro protestante y un rabino judío hablaban de temas de bioética. Se plantearon una pregunta: ¿en qué momento principia la vida en el ser humano? Dice el cura: "Desde el momento mismo de la concepción". Opina el reverendo: "Desde que hay actividad cerebral". Y declara el rabino: "La vida empieza cuando los hijos se casan y terminas de pagar la hipoteca de la casa"... Aquella señora oyó decir que la pérdida momentánea de la razón por influjo de una pasión violenta puede atenuar la pena que se impone a quien ha cometido el delito de homicidio. "Haberlo sabido antes -dice la señora-. Yo encontré a mi marido en la cama con otra mujer, y lo único que hice fue divorciarme de él"... Amo a la Ciudad de México. Me duele la Ciudad de México. Eso de que las autoridades de educación deban andar a salto de mata, como a ocultas, y no puedan despachar en el hermoso edificio de la SEP por temor a la violencia y vandalismo de la CNTE, me parece no sólo deplorable, sino también patético. La situación habla de una ciudad sin ley, donde por encima del orden jurídico y el bien de la comunidad imperan la prepotencia y el capricho de los grupos de presión. La bella capital, en efecto, es rehén permanente de individuos e individuas que han hecho de la violencia y la haraganería su profesión u oficio. Lo que sucede ahora en la Plaza de la República es tan grave como lo que se vio en el Paseo de la Reforma el pasado año. Pero al Jefe (sic) de Gobierno (sic) del Distrito Federal (sic) le falta lo que se necesita para enfrentar a esos grupos. Quiero decir entereza e integridad. Deja de cumplir su función, e incurre en grave lenidad cuando permite esos atentados contra la ciudad. Claramente se ve que cuida más de su interés político que del bien de la comunidad a la que debe proteger. Bastión, y al mismo tiempo botín de las tribus más radicales del PRD, la Ciudad de México ya no nos pertenece a los mexicanos: es propiedad particular de esos líderes y esos camorristas. Frente a ellos la figura del Jefe de Gobierno es igualmente patética. Se supone que está al frente del gobierno del DF, pero si no estuviera ahí sería lo mismo. ¡Pobre DF, con tanta CNTE y APPO y con tan poca autoridad!... Dice el conferencista: "Se ha descubierto que eso que llamamos ‘amor’ es básicamente una cuestión de química". Don Martiriano, esposo de doña Jodoncia, se vuelve hacia su vecino de asiento y le comenta: "Ahora entiendo por qué mi mujer me trata como desecho tóxico"... Viene enseguida un cuento de color subido. Las personas de moral estricta deben suspender aquí mismo la lectura... En el quirófano hubo una grave confusión, y en vez de hacerle a un hombre la circuncisión le hicieron una cirugía de cambio de sexo. "¿Cómo es posible? -clamó el tipo al enterarse del error-. ¿Significa eso que ya no podré experimentar una erección?". "Podrá experimentarla -lo consuela el médico-. Pero no será suya"... FIN.

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