Un amigo le dice a Babalucas: "Tu mujer está durmiendo con el vecino". "¡Qué bueno! -se alegra el badulaque-. Estoy seguro de que el descanso le hará bien"... Termina el trance de amor. La chica, que tenía propósitos matrimoniales, encara a su compañero y le dice con actitud solemne y grave voz: "Libidiano: te he hecho entrega de la impoluta gala de mi virginidad. ¿Qué puedo esperar a cambio?”. "No sé -vacila el galán-. Podría hacer una mención elogiosa de ti en mi diario”... El aprendiz de Casanova asediaba en la fiesta con torpes requiebros a una avispada chica. Ella respondía a las impertinencias con burletas que sacaban de sus casillas al majadero, pues suscitaban las risas de los invitados. Incapaz de responder a la chica estalla el tipo. "¡Oye! -le dice furioso-. ¡Yo no soy el indejo de nadie!”. "¡Pobrecito! -se compadece ella-. ¿Quieres que busque a alguien que te adopte?”... Se encuentran dos señoras en la calle. "Estuve en el hospital a visitar a un pariente -dice una-, y vi a tu marido internado ahí”. "Sí, -explica la otra-. Tuvo un problema en las piernas”. "¿En las piernas? -se sorprende la amiga-. Yo lo vi vendado de la cabeza”. "El problema lo tuvo en las piernas -replica la señora-. Ahí tenía sentada a su secretaria cuando entré en su oficina”... Hay muchas estatuas al Soldado Desconocido. Si yo fuera escultor haría una al Héroe Civil Desconocido. En los monumentos al Soldado Desconocido descansan los restos de un hombre anónimo que murió a causa de esa suprema forma de estupidez humana que es la guerra. Sin embargo no hay obelisco, mausoleo o túmulo dedicado al hombre común y a la mujer ignota que sostienen el mundo con su quehacer de cada día. Si yo la hiciera, esa estatua sería la de aquel cumplido empleado que dejó su vida en la oficina. O la de esa mujer maravillosa que ha preparado miles y miles de comidas para sus hijos y su esposo. O podría tener la estatua la forma del muchacho que se esfuerza en sacar buenas calificaciones; o de la empleadita que gana misérrimo salario; o del niño que trabaja para ayudar al gasto de su casa. Muchas heroicas batallas se libran cada día ante nuestros ojos sin que nos demos cuenta. Por esos callados heroísmos continúa la vida en este mundo. Pero, ahora que lo pienso, la verdad es que esos silenciosos combatientes no necesitan una estatua: el mundo y la vida son su estatua... La esposa del escocés MacGreedy pasó a mejor vida. El viudo fue una semana después a depositar un ramo de flores en la tumba de su esposa. Grande fue su sorpresa cuando al llegar ahí encontró a su amigo MacGrope llorando de bruces sobre la lápida de su mujer. "¿Qué haces aquí? -le pregunta-. ¿Por qué estás llorando en la tumba de mi esposa?”. "No te lo puedo ocultar, amigo mío -responde MacGrope deshecho en llanto-. Ella y yo fuimos amantes”. "¡Ah, canalla! -prorrumpe MacGreedy hecho una furia-. ¡Por lo menos debiste pagar la mitad del sepelio!”... Con gran tristeza un tipo les contaba a sus amigos: "Después de la operación el médico me dijo que tendré que dejar la carne, el cigarro, el vino y las mujeres. Pensé no hacerle caso, pero cuando vi su cuenta supe que tenía razón: para pagársela tendré que dejar todo eso”... Sigue ahora un chiste que no entendí. Las personas que no gusten de leer chistes ininteligibles deben saltarse hasta donde dice "FIN"... En lenguaje taurino un toro afeitado es aquel al que se le ha cortado la punta de las astas para restarle defensas y evitarle mayores riesgos al torero. Esa manipulación es indigna de un lidiador que se respete, y está prohibida por el reglamento. Pues bien: el popular torero Belmoncio Giráldez, "Ulerito de Guadarrama”, contrajo matrimonio. Al empezar la noche de bodas observó algo en su flamante mujercita que le llamó mucho la atención. Le dirigió una mirada interrogativa. Dice ella a modo de explicación: "Hijo, como sólo toreas toros afeitados pensé que también te gustaría...”... (No le entendí)... FIN.
