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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

El señor llegó a su casa, y al entrar en la alcoba descubrió a su mujer en brazos de un desconocido. Antes de que el esposo pudiera abrir la boca le dice su mujer con gemebundo acento: "¡Y esto no es nada, Fredesvindo! ¡También me vendió una enciclopedia!’... El oficial de tránsito acechaba en su motocicleta a los automovilistas que circulaban por el Paseo de la Reforma, en la Ciudad de México. Pasó a gran velocidad un automóvil de lujo, con vidrios polarizados. "Ha de ser de algún político” -pensó el motociclista. Y no lo siguió. Otro coche negro, con antenas, se pasó el semáforo en ámbar. "Ha de ser un vehículo de la Judicial” -dijo para sí el agente. Y se abstuvo de ir tras él. En eso pasó un cochecito pequeño y maltratado que no sólo iba a velocidad de vértigo sino que se pasaba en rojo todos los semáforos. "¡A éste sí me lo echo!” -dijo el motociclista. Persiguió al cochecito, que se detuvo solamente cuando se trepó a un camellón y chocó con una palma. El conductor traía en los ojos una mirada de extravío. "Sus papeles” -pide el agente. "No traigo ningún papel” -contesta el tipo, tembloroso. Dice el agente tras revisar el cochecito: "Su vehículo no tiene placas”. "No sé si tenga o no” -contesta el sujeto, como ido. "¿De dónde viene usted?” -pregunta el oficial empezando a molestarse por la actitud del tipo. Y contesta el hombre entre dientes con gesto de terror: "¡De la montaña rusa!”... Lo recuerdo muy bien. Mi libro de Geografía de cuarto año de primaria empezaba con esta frase contundente: "México tiene la forma de un cuerno de la abundancia”. Todos en el salón sabíamos lo que era un cuerno, pero ninguno sabía lo que era la abundancia, así que el profesor nos explicaba lo que es el tal cuerno: una figura simbólica que representa la riqueza, la fertilidad, la exuberancia de frutos. Nos decía que México era pródigo en dones de todo orden: climas diversos; variedad de paisajes; selvas, bosques, valles y montañas; costas extensísimas; minas fabulosas; tierras feraces. Era elocuente nuestro profesor, y salíamos a recreo convencidos de que vivíamos en un país de las Mil y Una Noches. Compadecíamos a los infelices moradores de las demás regiones del planeta que no tenían, como nosotros, la fortuna de vivir en México. ¿Podríamos decir ahora a nuestros hijos que este país sigue siendo un cuerno de la abundancia? ¿Qué hemos hecho en las últimas décadas de la riqueza nacional? ¿La hemos multiplicado o, por el contrario, hemos abusado de ella hasta el punto en que alguno de los dones que ofrecía aquella cornucopia están en vías de desaparecer o se han extinguido ya? Si contestamos a esas preguntas con sinceridad a lo mejor habremos de confesar avergonzados que se fue la abundancia y nos quedó solamente el cuerno... En la cantina un individuo les contó a sus amigos que un ladrón había entrado la madrugada anterior en su casa. “Ahora -dice- el imbécil está en el hospital con tres costillas rotas y sin dientes”. “¿Lo golpeaste?” -preguntan con asombro los amigos. “No -responde el tipo-. Lo golpeó mi mujer. Creyó que era yo”... En la fiesta una impertinente mujer asediaba a un sacerdote preguntándole con insistencia qué pensaba acerca del celibato sacerdotal. Harto ya de la tenacidad de la mujer el curita se decide a contestarle. "Mire, señora -le responde-. Voy a decirle lo que pienso del celibato. Al acostarme por la noche lo lamento; pero cuando me levanto en la mañana le doy las gracias al Señor por él”... FIN.

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