La muchacha subió al autobús en el que haría un largo viaje, y se dio cuenta de que no había asiento para ella. Se resignaba ya con tristeza a hacer de pie el recorrido cuando un ancianito se levantó y caballerosamente le dijo: "Señorita, permítame usted cederle mi asiento". Con un suspiro de alivio la muchacha ocupó el lugar del señor, e hizo cómodamente el viaje. Cuando el autobús llegó a su destino le dice la muchacha al veterano: "No tengo con qué pagarle lo que usted hizo por mí, señor". Responde el viejecito: "Tú si tienes con qué pagarme, linda. El que no tiene con qué cobrarte soy yo"... El brujo estaba trajinando con sus calaveras, sus peroles humeantes, su lechuza y sus yerbas cuando un feo sapo se detuvo en la puerta. "Es el lechero -le dice el brujo con tono de rencor a su mujer-. A pesar de mi venganza insiste todavía en visitarte"... La pareja de recién casados iba a salir al día siguiente a su viaje de luna de miel. Pasaron, pues, la noche en un hotel de la ciudad. Él vistió su elegante pijama, y ella su vaporoso negligé. Después de apagar la luz, con lo que se hizo una romántica penumbra, se metieron a la cama. Se vuelve él hacia ella y la toma delicadamente en sus brazos. Ella se deja atraer. Pero en ese momento se oye un rechinido. Exclama la muchacha con disgusto: "¡Caramba! ¡No hay una sola cama que no rechine en todo este hotel!"... La anciana madre con aspecto de Sara García estaba tejiendo un chalecito cuando alguien llamó a la puerta. Fue a abrir y vio ahí a su hija, una muchacha espectacular, pintada como coche, con zapatos de cintas al tobillo, tacón dorado, medias de malla, falda cortísima, gran escote y bolsa de chaquira. La viejecita se sorprendió, pues hacía mucho tiempo que no veía a la muchacha. "¿Qué sucede, mamá? -sonríe ella-. ¿Soy o me parezco?". "Ay, hijita -responde la señora, consternada-. Pues si no eres ¡vaya que pareces!"... Un ovni aterrizó en plena ciudad. De él bajó un marciano, y dirigiéndose a un señor que regaba su jardín le ordenó en tono perentorio: "Llévame con tu jefe". "Imposible -responde el señor-. Está de vacaciones con los niños"... El señor y la señora se iban a divorciar. Dividieron por mitad todos los bienes que tenían, pero se encontraron con el problema de que los hijos eran tres, y ésos no los podían repartir entre los dos. "Hagamos una cosa. -propone la señora-. Vivamos juntos un año más, hasta que tengamos otro hijo, y entonces nos repartimos dos y dos". Pregunta el señor, dudoso; "¿Y si tenemos gemelos?". "¡Ay, sí, gemelos! -se burla la señora-. ¡Si me hubiera fiado nada más de ti ni siquiera tendríamos estos tres!"... La muchacha llamó por teléfono a su mamá. Su llamada era de larga distancia. "Mami -le dice-, te hablo para decirte que me acabo de casar". "Qué bueno, hija” -responde la señora. "Dentro de una semana tendré a mi bebé". "Está bien" -contesta la mamá. "Mi marido es asaltante de bancos" -informa la muchacha. "Bueno" -dice la señora. "Pero ahora lo están persiguiendo -sigue diciendo la muchacha-. No sabemos dónde ir a vivir". Ofrece la señora: "Vénganse a la casa. Pueden ocupar nuestra recámara. Tu papá dormirá en el sofá de la sala". Pregunta la muchacha: "¿Y tú?”. Responde la señora: "Por mí no te preocupes. Nomás colgando el teléfono voy a caer muerta"... FIN.