Al terminar su carrera de enfermero Babalucas fue llamado a servir por primera vez como ayudante de cirujano. Ya en la mesa de operaciones pide el médico: "Bisturí". "Bisturí" -repite Babalucas poniéndoselo en la mano con movimiento firme. "Pinzas" -demanda el cirujano. "Pinzas" -se las entrega Babalucas. "Aguja y catgut" -solicita el galeno. "Aguja y catgut" -le pone Babalucas en la mano. "Gasas" -dice el médico. "De nada" -responde Babalucas... "Bailas muy bien, Vaslavio" -le dice la chica a su pareja. "Tomé un curso de baile" -responde él. Comenta la muchacha: "Y pones en tu modo de bailar un sello muy especial". Explica Vaslavio: "Es que el curso era por correspondencia"... Principia la noche de bodas. Con elegante gesto el novio desata el cinto de su bata y se presenta al natural. La novia lo ve de arriba a abajo y luego hace un mohín de disgusto. "¡Caramba! -exclama-. ¡Y hoy no hay nada bueno en la televisión!"... El pordiosero pedía limosna en una esquina. Tenía un sombrero en cada mano. Pasa un señor y le pregunta: "¿Por qué dos sombreros?". "Iba bien el negocio -replica el individuo-, de modo que abrí una sucursal"... Ante los problemas de nuestro país los mexicanos no hemos de renunciar a la esperanza. La esperanza no es don de ingenuos ni actitud bobalicona de los cándidos: es convicción de que a pesar de todo podemos seguir adelante en la tarea de buscar el bien común. Nociva es la canción del optimista irreal, pero más daño causa la persistente melopea de los pesimistas que ninguna luz miran en la oscuridad. El ciudadano común se aleja de esas dos perniciosas actitudes: sabe que hay muchas cosas malas, pero también mil cosas buenas. No vivimos en el mejor de los mundos posibles, pero tampoco en el peor. Trabajemos por superar nuestros problemas, y mantengamos la fe en nosotros mismos. Los políticos no tienen la última palabra. Esa final palabra la tenemos nosotros, los ciudadanos... Delante de su mamá el niño le pide a la mucama: "Llévame de caballito, Mary Thorn". "¡Ah, no! -protesta la muchacha-. Ya estás muy grande como para tenerte encima. No puedo contigo". "¡Y cómo con mi papá sí puedes!" -se echa a llorar el pequeñín... "Fecundino -dice la muchacha en el teléfono-. ¿Recuerdas que después de la última vez que estuvimos juntos te dije que no te quería ver? He cambiado de opinión". "¿De dónde me estás hablando?" -pregunta Fecundino. Responde la chica: "Del consultorio del ginecólogo"... Contaba un tipo: “Mi suegra me trata como a un hijo". "-¿Te quiere mucho?" -le pregunta alguien. "No, -dice el tipo-. Como a un hijo de la tiznada"... Copla popular: “Ya con esta me despido, / con la flor del garambullo, / todos ven el rabo ajeno, / pero no limpian el suyo”... Hubo un pequeño incendio en la casa de Himenia Camafría, madura señorita soltera. Veinte bomberos acudieron, pero bastó un extinguidor para apagarlo. Dice la señorita Himenia: “Muchas gracias, señores bomberos. Ahora 19 de ustedes pueden volver a su cuartel”... Los recién casados recibieron como regalo de bodas un perico. Estaba ya en la casa cuando los novios regresaron de la luna de miel. Empezó la juvenil pareja con sus arrumacos, y el lorito no les quitaba la vista de encima. Nerviosa por aquella vigilancia la flamante esposa cubrió la jaula con una toalla y amenazó al perico: "Si te asomas te voy a regalar al zoológico". Dicho lo anterior los desposados trajeron a la recámara la maleta en que traían sus cosas. Pero no la podían abrir. "Ponte arriba, mi amor" -pide el muchacho. "No, súbete tú" -pide ella. "Bueno -sugiere el muchacho-. Los dos arriba". El perico asoma la cabeza y dice: "¡Zoológico o no zoológico, esto no me lo pierdo!"... FIN.
