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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

Se inicia esta columneja con un chascarrillo de subido color, muy pelandusco, pues trata de un perico. Ya se sabe que en tratándose de pericos los chistes son siempre de subido color, y pelanduscos. Este tal perico era muy estimado por su dueña, una madura señorita soltera que reservaba para el loro todo su amor y sus ternuras. Mucho se preocupó la señorita cuando su queridísimo cotorro dejó de hablar y se abatió en tal forma que era la imagen misma de la desolación y la tristeza. Preocupada por el estado de ánimo del periquito su dueña lo llevó con el veterinario. Éste, después de breve análisis, dictaminó que el loro no tenía nada: únicamente le hacía falta compañía femenina. Corriendo fue la señorita a la tienda de mascotas. Felizmente tenían una cotorrita, pero costaba mucho: 3 mil pesos. No obstante el sacrificio que para ella implicaba tal erogación, la señorita compró la periquita, la llevó a su casa y la metió en la jaula del perico. Tan pronto éste la vio se le echó encima poseído de urentes ansias amorosas. La periquita le marcó el alto: "¡Un momento! -le dijo con altanera actitud-. A mí no me puedes tratar como a una cualquiera. Has de saber que tu ama pagó 3 mil pesos por mí”. Al escuchar eso el perico volvió a lanzarse sobre la cotorrita, pero además empezó a desplumarla. "¿Qué haces? -se espanta ella. "Mira -responde el loro apresurándose en el desplumamiento-. Por 3 mil pesos tiene que ser sin ropa”... A pesar de todos los pesares, los últimos acontecimientos en materia de política electoral nos muestran que México va avanzando en el camino de la democracia. Difícil senda es ésa, llena de riesgos y peligros. Pero también es vía colmada de promesas y esperanzas. Causa grima, entonces, ver a quienes se empecinan en buscar a través del autoritarismo lo que sólo se puede conseguir por medio de la participación de los ciudadanos, e indigna conocer los abusos de quienes buscan con uso de violencia lo que sólo se debe procurar en el apego a la ley y a las instituciones. Cosa del pasado deberían ser ya esos grupos, afortunadamente cada día más pocos, y más aislados... Aquella familia era muy religiosa, y sus integrantes trataban con bondadosa consideración a todos. Por eso la señora de la casa se sorprendió bastante cuando la joven criadita que había contratado hacía un mes le comunicó su decisión de irse. "¿Por qué te vas, Mary Thorn?” -le preguntó con sincera preocupación. "Es que no puedo aguantar el suspenso, señito’ -responde la muchacha. "¿El suspenso? -pregunta la señora sin entender-. ¿A qué suspenso te refieres?”. Responde la criadita: "Al letrero que está encima de mi cama. Ese que dice: ‘Prepárate, porque no sabes cuándo vendrá el Señor”. Yo lo espero todas las noches y no llega. Ya no aguanto ese suspenso”... El marido, para mortificar a su mujer con una broma, le anunció: "Me marcho a Australia. Dice este periódico que allá son tan escasos los hombres que las mujeres pagan 100 dólares porque les hagan el amor”. "Voy contigo” -responde de inmediato la mujer-. "¿A qué vas? -replica el hombre-. Aquí no dice que hagan falta mujeres”. "Voy por pura curiosidad -responde ella-. Quiero ver cómo vas a mantenerte con 200 dólares al año”... El granjero de edad madura llamó muy angustiado por teléfono al médico del pueblo. "¡Doctor! -le dice lleno de ansiedad-. ¿Recuerda usted que me recetó Viagra?”. "Sí -contesta el médico-. Lo recuerdo bien. Le receté esas pastillas, y usted me dijo que había comprado todo un frasco”. "No pude tomar el Viagra, doctor -dice el granjero-. Las pastillas se me cayeron en el pozo del agua”. "¡Qué barbaridad! -se alarma el médico-. ¡Espero que nadie esté tomando agua de ese pozo!”. "No, doctor -responde el granjero-. Hasta ahora nadie ha podido bajar el mango de la bomba”... FIN.

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