Mi amigo de Aguascalientes es un viajero experto. Parece inglés: antes de emprender un viaje compra mapas; solicita folletos de propaganda en las agencias de viaje; traza itinerarios; organiza cuidadosamente los recorridos que hará a los puntos de interés. Prepara sus viajes como los exploradores del siglo XIX preparaban los suyos, cuidando hasta el último detalle. Como mi amigo tiene familia no escasa -mujer y cuatro hijos- vigila especialmente la cuestión de los dineros. Hace su presupuesto con el nimio cuidado de un tenedor de libros; sabe al dedillo cuáles serán los gastos de alimentación, transporte y hospedaje; cuánto deberá emplearse en diversiones; qué suma reservará para erogaciones imprevistas. Goza mucho sus viajes mi amigo, pero yo tengo para mí que su gozo mayor es cerciorarse al regresar de que sus cálculos resultaron exactos, o que fallaron por unos cuantos pesos. Pues bien: en estas vacaciones mi amigo viajó por los Estados Unidos junto con su familia. Me dice que fue allá porque no le gusta que lo traten con cierto aire de desdén, como se hace con los mexicanos en algunos sitios turísticos de México. Además, me informa, el viaje le salió más barato que si hubiera ido a Acapulco, Vallarta o Cancún. Tomó el lápiz y me lo demostró. Y yo me quedé pensando que en cuestión de turismo México es un país de primera manejado con modos de segunda... Decía un señor de edad madura: "Mi esposa y yo tenemos cama de agua. Ella la llama el Mar Muerto"... El marido cincuentón llegó a su casa cansado y sudoroso, pero muy satisfecho, de su sesión de tenis. "¡Vieja! -le anuncia con orgullo a su señora-. ¡Me acabo de aventar seis sets!". Responde ella: "Yo me conformaría con que aquí te aventaras uno"... Hablando de tenis, Nalgarina jamás había ido a un partido de ese deporte. Un amigo suyo la invitó a ver un juego. Extrañado, el amigo observó que en el curso del encuentro Nalgarina se sentaba ya inclinando el cuerpo hacia la derecha, ya inclinándolo hacia la izquierda. "¿Por qué cambias de posición una y otra vez?". Responde ella señalando a donde estaba el juez: "¿No oyes a ese señor? Cada rato dice: "Cambio de bola"... Babalucas fue de cacería con un amigo. Iban por la carretera cuando el amigo perdió súbitamente el sentido y se desplomó sobre el asiento. Babalucas, alarmado, se orilló a la orilla -así dicen algunos policías de tránsito- y llamó por su celular al número de emergencia. “¡Mi amigo cayó de pronto sin sentido! -dice con angustia-. ¡Creo que está muerto! ¿Qué debo hacer?”. “Tranquilícese -le dice una voz-. Primero que todo cerciórese de que en verdad su amigo está muerto”. Babalucas se dirige al vehículo, toma su rifle y le da un certero balazo. Luego toma el teléfono de nuevo e informa: “Ya me cercioré de que en verdad esté muerto. Ahora ¿qué más debo hacer?”... Pepito y Juanilito andaban de traviesos en el súper. Dice muy orgulloso Juanilito: “Puse el despertador en todos los relojes del departamento de electrónica. Empezarán a sonar al mismo tiempo dentro de cinco minutos”. Responde Pepito más orgulloso aún: “Yo fui al departamento de farmacia, tomé todas las cajitas de condones que había y las puse en los carritos de las señoras que andan haciendo sus compras”... Sigue a continuación un chiste que no entendí... En el bar del hotel el joven viajero entabló conversación con la chica de ubérrimos encantos que bebía su copa en la barra. Le pregunta: "¿Cuántas copas se necesitan para ponerte beoda?". "Con que me pagues tres -responde ella-. Pero no me llamo beoda"... (No le entendí)... FIN.