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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

Armando Camorra

Dre y Fus eran hermanas siamesas. Cierto día conocieron en un bar a un guapo joven a quien gustaban los placeres insólitos, extraños. Las invitó a su departamento, y ahí le hizo el amor a Dre. En seguida, pensando que Fus se ofendería si no le guardaba la misma consideración, dirigió hacia ella sus cariñosas atenciones. Le dijo Dre: “Veo que tienes un trombón, y yo lo sé tocar. ¿No te molestas si mientras te ocupas con mi hermana interpreto alguna pieza del repertorio clásico?”. El muchacho se sorprendió al oír esa peregrina solicitación. Afortunadamente poseía el don de concentrarse: cuando se aplicaba a menesteres de libídine nada lo apartaba de su empeño. Ni la trompeta del Juicio Final habría bastado a distraerlo ¿y lo iba a perturbar un ruin trombón? Así, autorizó aquel extraño acompañamiento musical. Mientras él y Fus se entregaban al erótico deliquio, Dre interpretó con mucho sentimiento -si bien no con depurada técnica- la conocida pieza El Cisne, de Camille Saint-Saëns (1835-1921). Pasaron varias semanas, y otra vez las siamesas fueron al bar donde habían conocido a aquel muchacho. Ahí estaba él. “Vamos a saludarlo” -le dice Fus a Dre. Pregunta Dre, indecisa: “¿Crees que se acordará de nosotras?”... Las izquierdas siempre acaban teniendo la razón. Sorprende por eso que los perredistas sean tan irrazonables. A gritos la Nación le está pidiendo al PRD que sea un partido democrático, plural y participativo. En vez de eso el perredismo se obstina en ser caudillista, dogmático y sistemáticamente negador. El país está urgido de una izquierda moderna -también necesita una derecha moderna y un centro moderno-, pero la izquierda perredista sigue atada a un pasado de populismo callejero del cual no se puede desprender. Sigo sosteniendo que México necesita un Gobierno de izquierda que cumpla la tarea, impostergable ya, de mirar por los mexicanos pobres. Del PRD habría de salir ese Gobierno. Pero los ciudadanos desconfían de un partido que parece incapaz de jugar bien el juego democrático, pues esgrime con terquedad el todo o nada y se niega al diálogo y a la participación. La reunión nacional del PRD será ocasión propicia para que dirigentes y militantes hagan un ejercicio de crítica honesto, enmienden los errores del pasado y asuman con sentido moderno de la política el papel que deben desempeñar en un México que va encontrando ya el camino del ejercicio democrático... Empédocles Etílez llegó a una cantina. Iba en perfecto estado beodo. “No le puedo servir más -le dice el cantinero-. Está usted muy borracho”. Salió Empédocles, y regresó a poco. El de la cantina vuelve a decirle: “No puedo servirle más, señor. Está usted muy borracho”. Salió Empédocles, y volvió a entrar poco después. “No le puedo servir nada -insistió el cantinero-. Está usted muy borracho”. Dice entonces Empédocles: “Debo estarlo. En las otras dos cantinas a las que fui me dijeron lo mismo”... Una mujer estaba en su casa con su amante cuando súbitamente oyó que llegaba su marido. La señora untó con aceite el cuerpo desnudo de su amigo y luego lo cubrió con talco. “Quédate quieto en el rincón -le dijo-. Simula que eres una estatua”. Entró el esposo en la alcoba conyugal, vio el adefesio y preguntó: “¿Qué es eso?”. Responde la señora: “Es una estatua. Vi una igual en casa de los Patané, y compré ésta”. Aceptó el marido la explicación y se acostó. A eso de las 2 de la mañana, sin embargo, fue a la cocina y regresó con un sandwich y un vaso de leche. Le dice a la fingida estatua: “Ten esto, amigo. Yo estuve así un día completo en casa de los Patané, y nadie me dio ni un desgraciado vaso de agua”... FIN.

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