Hobo y Trampo, vagabundos, pasaron frente a un restorán en cuyo escaparate se exhibían suculentas viandas. Propone Hobo: "Imaginemos que estamos comiendo esos manjares. Así engañaremos el hambre". Se aplicaron ambos a la contemplación de los platillos. En eso pasó una estupenda rubia. Trampo se le quedó viendo con intensidad, y de pronto cayó al suelo sacudido por fuertes convulsiones. Le dice Hobo: "Eso te pasa por follar después de comer"... Don Astasio llegó a su casa cuando no se le esperaba. Entró en la recámara y vio un cuadro que lo dejó patidifuso: su joven esposa se hallaba en el lecho, y en el centro de la habitación estaba un tipo sin nada de ropa encima. Antes de que el estupefacto don Astasio pudiera articular palabra le dice el individuo: "Qué bueno que llegó usted, señor mío. Soy el abogado del banco, y le estaba diciendo a su esposa que así como estoy yo lo vamos a dejar a usted si no nos paga el saldo de su tarjeta de crédito"... Los devotos de la Santa Muerte le hicieron un "lifting" al objeto de su devoción, y cambiaron el esqueleto y monda calavera por el cuerpo y el rostro de una mujer hermosa. También aquí obra la mercadotecnia. Antes se hablaba de "la buena muerte", que era la del justo que se iba al otro mundo con los auxilios de la religión. Otra buena muerte hay que envidio sanamente, y es la de aquéllos que han muerto en brazos del amor, quiero decir en el momento del deliquio erótico. Tres afortunados señores recuerdo que así se despidieron. Uno de ellos fue un papa, Juan XII, que finó el año 964. Murió de un martillazo en la cabeza propinado por un marido que sorprendió a Su Santidad in fajanti delicto con su esposa. De Juan se dijo que su muerte había sido buena, pues había muerto en la cama, si bien no en la suya. Felix Fauré, sexto presidente de la Tercera República Francesa, pasó de una buena vida a otra mejor el 16 de febrero de 1899. Su guardaespaldas oyó un grito en el privado de Su Excelencia y cuando entró lo vio muerto sentado en su sillón. Una hermosa mujer, Madame Steinhal, estaba de rodillas ante él en actitud a la Lewinsky. Más modernamente, en 1979, Nelson Rockefeller, quien fue vicepresidente de los Estados Unidos en el periodo de Gerald Ford, acabó sus días a los 71 años de edad sobre una asustada asistente suya, de 27. El obituario del "New York Times" dijo de él con expresión ambigua: "Murió como vivió, con un gran entusiasmo por la vida en todas sus pasiones públicas y privadas". Muertes como ésas son venturosas, digo yo, y se alejan de imágenes macabras que necesitan de la cosmética para no serlo tanto... Babalucas llegó a su casa llevando un trombón que acababa de comprar. Sin decir palabra, y ante el asombro y estupefacción de su mujer, procedió a tocar varias escalas en el instrumento y luego -con ciertas dificultades, y algo desafinado- interpretó "Meditación", de "Thaïs", obra del gran compositor francés Jules Massenet (1842-1912). Al terminar la demostración le dice Babalucas a su esposa en tono al mismo tiempo ufano y retador: "¿Qué tal? ¿No dices que ya no soplo?"... Llegó la suegra a pasar "unos diítas" en casa de su hija y de su yerno. Mas transcurrieron las semanas, y los meses, y la buena señora no se iba. El yerno compró una escoba y la puso en la habitación de la mujer. "¿Por qué pones esa escoba en el cuarto de mamá?" -le preguntó amoscada su esposa. Explica el individuo: "Es que a lo mejor no tiene en qué irse a su casa"... FIN.