Las metáforas -imágenes poéticas- son hermosura y gala del lenguaje. Decir que una mujer es una rosa es decir algo bello de la mujer, y es decir algo más bello aún de la rosa. Los símiles adornan la expresión poética: "... El tren va por la vía / como aguinaldo de juguetería...". No sé si en cosas de política los símiles y las metáforas puedan tener aplicación. Si la tuviesen yo diría que la democracia en México se parece a los ciclones que periódicamente se abaten sobre el territorio nacional. Esos meteoros presentan riesgos, causan daño, pero a final de cuentas los beneficios que dejan son mayores: traen consigo las lluvias que colman las presas, llenan los lagos y lagunas, enriquecen los cauces de los ríos y llevan a todas partes la bendición del agua. Así en la democracia que todavía estamos estrenando. Las zapatetas y escándalos del PRD hacen daño, destruyen. Ni a la corta ni a la larga se ve algún beneficio que puedan aportar los empecinamientos irreductibles de los perredistas; su sujeción a un caudillaje estéril que sólo opera al interior de su partido; su dogmatismo y cerrazón al diálogo; sus violencias verbales, y las físicas. Tales son los males que ha traído consigo ese inédito ciclón llamado democracia. Pero a la larga los bienes que con él vendrán serán mayores. Pasará el riesgo, los daños desaparecerán, y quedarán los frutos que derivan del ejercicio democrático fincado en la aspiración de conseguir el bien público mediante la participación libre, honesta, consciente y ordenada de los ciudadanos en los asuntos de la comunidad... Con el párrafo anterior queda cumplida la modesta función que me he impuesto, de orientar a la República. Vienen ahora algunos chascarrillos que aligeren el ánimo de la Nación... Don Astasio llegó a su casa y encontró en la recámara a su esposa, doña Facilisa, entrepiernada con un toroso mocetón, esta vez el repartidor de pizzas. Fue el señor y colocó en la estufa la que el muchacho había traído, de peperoni, por más señas. Luego se dirigió al chifonier donde guardaba la libretita en la cual solía apuntar palabras de peso para decirlas a su consorte en esos casos. Regresó a la recámara y le dijo a doña Facilisa: "¡Zumbadora!". Ese vocablo se emplea en Honduras para nombrar a las mujeres fáciles de cuerpo. Lo aprendió don Astasio de don Rafael Leiva Vivas, ilustre bibliotecario de la Academia Hondureña de la Lengua. Respondió la señora sin alterar el ritmo de sus meneos eróticos: "Astasio: este muchacho debe volver a su trabajo, y tus interrupciones no lo ayudan a concluir la tarea que aquí cumple. Haz el favor de salir un momentito y después dime lo que quieras, pues no es de cortesía pronunciar palabras gruesas en presencia de visitas". Obedeció el mitrado esposo y encaminó sus pasos a la cocina a fin de ver que la pizza no se fuera a tostar mucho. En eso estaba cuando llegó el mancebo y le dijo: "Son 75 pesos". "¿De qué?" preguntó don Astasio. "De la pizza -respondió el mozalbete-. Lo otro no lo cobro. Es cortesía de Pizzas Arlequín. Por cada cinco pizzas una cortesía". Don Astasio supo entonces por qué su esposa le servía pizza en el desayuno, pizza en la comida y pizza en la cena. Lanzó un suspiro y dijo como se dice en todas las obras teatrales españolas. "¡Ahora lo comprendo todo!"... Una señora le contó a su amiga: "Hallé una lámpara de forma extraña y la froté. Apareció un genio y me dijo que podía cumplirme un deseo. Yo dudé si pedirle que me diera una buena memoria o que dotara más a mi marido en cierta parte que tiene pobremente dotada". Pregunta la amiga: "Y ¿por cuál de los dos deseos te decidiste?". Responde la señora: "Ya no me acuerdo"... FIN.
