Este chiste es blanco. Y sin embargo es bueno... Doña Jodoncia fue llevada ante el juez. Se le acusaba de haber cometido un hurto en el supermercado. "¿Qué se robó usted?" -pregunta el juzgador. Contesta ella: "Una lata de duraznos en conserva". Inquiere el letrado: "¿Cuántos duraznos contenía la lata?". Responde la acusada: "Siete". "Muy bien -sentencia el juez-. La condeno a pasar siete días en la cárcel; uno por cada durazno". En eso interviene don Martiriano, el sufrido esposo de doña Jodoncia. "¿Puedo decir algo?" -solicita. "Hable usted" -autoriza su señoría. Y dice don Martiriano: "También se robó una lata de chícharos"... Soy hombre de talante benévolo, dado a la mansedumbre. En presencia de un conflicto huyen de mí el sosiego y la tranquilidad; me pongo tan nervioso como un canguro madre en congreso de carteristas. Por eso busco siempre la conciliación: creo que en cosas de doctrinas se llega a la verdad por el eclecticismo, vocablo culto equivalente al "Ni tan tan ni muy muy" que dice el pueblo. Con ese ánimo de amigable componedor ofrezco a los perredistas una fórmula que les permitirá tratar con el Presidente Calderón sin renunciar a su tesis de la ilegitimidad presidencial. Los hechos, saben ustedes, son muy tercos; la realidad es señora empecinada. Lo cierto es que Felipe Calderón es el Presidente de México; reconocido por el mundo e investido legalmente como tal. Ustedes, sin embargo, se obstinan en negarle ese reconocimiento, lo cual los pone a veces en difícil situación. Deben tratar con el titular del Poder Ejecutivo; discutir sus iniciativas en las Cámaras; asistir a los actos en que participa, etcétera. No lo traten, entonces, como un usurpador, pues no lo es; ni se mantengan atados al estéril berrinche de López Obrador. Sin renunciar a su tesis del fraude electoral -tesis, por cierto- nunca comprobada, admitan a Calderón como Presidente "bajo protesta", y traten con él usando esa reserva. Pero no digan que no es el Presidente, y que hay otro "legítimo", porque eso es un absurdo que da origen a toda suerte de inconsecuencias políticas. Una perredista destacada, la señora Ruth Zavaleta, mujer inteligente y de probada militancia en la izquierda, presidirá la Mesa Directiva del Congreso de la Unión en el nuevo periodo de sesiones. Le corresponderá, entonces encabezar aquélla a la cual el Presidente acudirá para entregar su Informe. Al hacerlo, tanto esa talentosa militante del PRD como el partido mismo reconocen la validez de las instituciones, en lo cual aciertan. Sigan por ese rumbo, no por aquél, aberrante, de "¡Al diablo las instituciones!", y contribuirán al bien de México sin renunciar a su papel de Oposición... El chofer de un tráiler iba por la carretera cuando vio algo que lo llenó de asombro: en medio de la cinta asfáltica una pareja estaba haciendo el amor. Hizo sonar su estrepitoso claxon para que se quitaran los amantes, pero lejos de hacer eso siguieron en sus eróticos meneos. Nuevamente accionó la bocina, ahora con mayor intensidad. Fue en vano: la mujer y el hombre continuaron en su febricitante agitación. Aplicó a fondo el freno el conductor, de modo que el enorme vehículo se detuvo, entre humear de llantas, a escasos centímetros de la pareja. El trailero bajó de su cabina hecho una furia. Para entonces los amantes habían acabado ya su trance, y el hombre yacía de espaldas, satisfecho, junto a la mujer, que igualmente sonreía con vaga sonrisa de placer cumplido. "¡Cabrísimos grandones! -les grita airado el conductor-. ¡Pude haberlos matado! ¿Por qué no se quitaron?". "Amigo -responde con feble voz el agotado tipo-. Yo ya iba a llegar. Ella ya iba a llegar. Tú ya ibas a llegar. ¡Y de los tres tú eras el único con freno para detenerte!"... FIN.