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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

Lleno de angustia Babalucas llamó por teléfono al hospital. "¡Mande una ambulancia! -le pide a la enfermera-. ¡Mi esposa entró en trabajo de parto, y no tengo automóvil!". Pregunta la enfermera: "¿Es su primer hijo?". "¡No, idiota! -se enfurece Babalucas-. ¡Soy su marido!... En el bosque el oso perseguía siempre al conejito para comérselo. El pobre conejo andaba de continuo azorado y temeroso, permanentemente acosado por el feroz plantígrado. Cierto día se les apareció un genio. "Quiero poner paz entre ustedes -dijo el genio-. Le cumpliré a cada uno tres deseos, a condición de que se comprometan a vivir en buena compañía". "¡Yo pido primero! -exigió el oso-. Quiero que todos los osos de este bosque se conviertan en osas para mí". "Concedido" -dijo el genio. "Yo –pidió el conejito después de pensar un poco-, quiero un casco de motociclista". El genio, algo extrañado por aquella rara petición, le entregó el casco, y el conejito de inmediato se lo puso. Siguió el oso: "Como segundo deseo pido que también todos los osos del bosque vecino se conviertan en osas para mí". "Tu deseo está cumplido" -otorgó el genio. "Ahora –pidió el conejito- quiero la motocicleta más veloz que puedas conseguir". Con la misma extrañeza de antes el genio le entregó una flamante moto de poderosa máquina. Rápidamente el conejito subió a ella, y echó a andar el motor. Dijo entonces el oso: "Mi tercer deseo es que todos los osos del mundo se conviertan en osas para mí". "Concedido" -dijo el genio. Habló entonces el conejito, y lo hizo con vengativo tono de rencor. "Y mi tercer deseo -dijo- es que el oso se vuelva gay". Y así diciendo arrancó en la motocicleta y escapó a toda velocidad... Un extranjero que a México viniese pensaría que todos los mexicanos estamos dedicados exclusivamente a la política. Los medios de comunicación apenas se ocupan de otra cosa que de hacer la detallada y profusa crónica de los ires y venires, tejes y manejes y dimes y diretes de los políticos, y sólo se distraen de esa reseña para informar acerca de la muy pública vida privada de los faranduleros. Pero sucede que la gente común tiene existencia; vive; hace cosas. Y de esa mayoría, y de sus obras, no se ocupa nadie. Las intrigas de los políticos son nada comparadas con el quehacer cotidiano de todos esos hombres y mujeres que trabajan y se esfuerzan cada día, a cuya labor se debe lo que somos y tenemos. No deberíamos ocuparnos de los políticos más que para exigirles que cumplan su función y para pedirles cuenta de sus actos. Pero gastar tanto tiempo, tanto papel y tantos espacios en la radio y en la televisión para informar lo que hacen todos esos señores y señoras, que casi nada hacen aparte de almorzar, comer y cenar política, es darles una estatura que no tienen, y dar la impresión de que nuestra vida depende de ellos. Por eso esta columnejilla se llama "De política y cosas peores": porque lo que debería ser tarea de servicio se ha vuelto oportunidad de medro, de búsqueda del poder por el poder mismo; vacuo ejercicio que se cumple de espaldas a la ciudadanía y sin tener en cuenta la procuración del bien común. Menos política y más trabajo necesita México. Y también menos escribidores que digan con campanudo tono de magíster que México necesita más trabajo y menos política... Llegó un sujeto a una cafetería y pidió una hamburguesa doble y un hotdog. La cocinera se puso las carnes de la hamburguesa en las axilas. "¿Qué está usted haciendo?" -le pregunta, estupefacto, el cliente. Responde la mujer: "Estoy descongelando la carne". "Ya veo –dice el tipo-. Entonces cancele el hot dog"... (No le entendí)... FIN.

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