Llega Rosilita del kinder y anuncia muy orgullosa a su mamá: "-Hoy aprendimos cómo se hacen los niños”. La señora traga saliva. "-¿Cómo se hacen los niños, hijita?” -pregunta llena de inquietud-. Y le responde Rosilita: "-Primero dibujas la cabeza; luego la panza, y después pintas dos rayitas que son los brazos y otras dos que son las piernas”... Dulcilí no quería pasar apuros económicos, de modo que le dijo a su novio Vehementino que no se casarían sino hasta que él juntara 100 mil pesos. Una noche los besos, abrazos y caricias estuvieron más encendidos que de costumbre. "-¡Casémonos ya, Dulcilí! -prorrumpe Vehementino-. ¡No puedo aguantar más!". "-¿Cuánto has juntado? -contesta respirando agitadamente Dulcilí-. "-Tengo 500 pesos" -responde Vehementino acezando también. "-Casémonos entonces -acepta la muchacha-. Ya no te falta tanto"... El majadero individuo le lanzó un piropo de mal gusto a la guapa señora que mostraba señales evidentes de hallarse enferma de gustos pasados, en estado de buena esperanza, es decir, embarazada. "-Señora -le dice-. Cuando se desocupe el cuarto me gustaría hacerme cargo de él". "-Cómo no -responde de muy buen grado la señora-. Agárrele la llave a mi marido"... Maltrecho, apachurrado, molido, lacerado, deshecho, derrengado, tundido, desriñonado, dolorido y aporreado el jefe vikingo sale de abajo del enorme toro y dice con determinación a sus estupefactos compañeros: "-¡Vikingo o no vikingo yo ya no voy a usar este maldito gorro con cuernos! ¡Se presta a muchas confusiones!"... "Astatrasio Garrajarra, ebrio con su itinerario, deambulaba por la playa cuando vio a una joven turista de ubérrimo busto generoso que con toda naturalidad amamantaba a su bebé. Se quita el sombrero Garrajarra, hace una profunda reverencia y dice con gran solemnidad: "-Mis felicitaciones al chef"... Se hizo famosa la frase de don Jesús Reyes Heroles según la cual en política la forma es el fondo. Esa declaración, propia de un tiempo en que todo en política era forma, quizá no tenga ya la misma validez en esta nueva etapa de ejercicio democrático. La democracia, en efecto, gusta más del fondo que de las formas; no van con ella los formalismos y protocolos que suelen acompañar a otras formas de gobierno. En ese contexto el ritual del Informe que debe entregar el Presidente a los llamados representantes populares se antoja cada vez más vacío de sentido. Se ha vuelto, además, un acto alejado de toda solemnidad, ocasión propicia para que algunos integrantes de un Poder atenten contra la investidura de la persona en quien encarna otro. No incurriré en la desatentada hipérbole de afirmar que la Nación está en vilo esperando lo que hoy sucederá en el acto de entrega del Informe. La inmensa mayoría de los mexicanos hará lo que hace todos los fines de semana, y serán sólo unos pocos interesados quienes sigan por la televisión o radio el curso de los acontecimientos en San Lázaro. Pase lo que pase no pasará nada, a menos que realmente pase algo. Esperemos que, como ha sido siempre, nada pase. Nunca ha pasado nada, ni cuando el Informe era Informe ni ahora que es palenque. El circo político tiene cada vez menos espectadores; los políticos se alejan cada vez más del pueblo al que deberían servir. Yo veré la transmisión de ese acto por la misma razón por la que asistía a la clase de Álgebra: por pura obligación y con plena conciencia de que ningún provecho iba a sacar de ahí. Se supone que soy un observador de la vida nacional. Pero eso no es vida, ni es nacional. Para pleitos el box; para gritos el futbol; para escándalos la nota roja. Dejemos que pase esto en que ojalá no pase nada aparte de lo que nunca ha pasado, y a otra cosa... FIN.