Doña Macalota, señora rica y presumida, le contó a su vecina doña Ignavia: "Mi marido se compró un condominio". Pregunta ella con interés: "¿Ya no quiere más hijos?"... La señorita Peripalda les hizo una pregunta a los niños del catecismo: "¿Cómo reconocerían ustedes a Adán entre los hombres de la antigüedad?". Esperaba que le respondieran que sería fácil reconocerlo, pues Adán no tenía ombligo. Pero Pepito contestó: "Yo les diría a todos: ‘Vayan a tiznar a su madre’. El que no fuera, ése sería Adán"... Dulcilí, lectora de novelas románticas, le dijo a Libidiano, galán maestro en artes lujuriosas: "Lo siento, Libi. Jamás podrás entrar a mi corazón". Pregunta el labioso galán: "¿Entonces a dónde puedo entrar?... La bondadosa dama le dio una moneda al pordiosero. "Tenga, buen hombre -le dijo-. Pero no se lo vaya a gastar en la primera cantina que vea". "-No, señora -promete el mendigante-. Me esperaré a la segunda"... Llegó don Astasio a su casa y, como de costumbre, halló a su esposa Facilisa en tránsito de amor concitativo con un forzudo jayán. Sacó el coronado marido la libretita donde apuntaba invectivas para decirlas a su mujer cuando la hallara en semejantes incoaciones, y procedió a espetarle el último insulto que había anotado ahí: "¡Calientacamas!!". Aquel adjetivo era de riguroso estreno; don Astasio lo había encontrado en una tradición de don Ricardo Palma. La señora, que oyó llamarse así, respondió con acento pesaroso: "Ay, Astasio. No sé por qué, pero siempre te las arreglas para conseguir que todo lo que yo hago parezca mal"... La señora de barrio pobre le informó a la trabajadora social: "Tengo 12 hijos, todos del mismo padre". "¿En qué trabaja su marido?" -quiso saber la muchacha. "-No sé -respondió la mujer-. Me abandonó hace 10 años". "Perdone -se desconcierta la trabajadora-. Me dice usted que tiene 12 hijos, y sin embargo su esposo la dejó hace 10 años. ¿Cómo está eso?". Explica la señora: "Es que el pobre viene cada año a disculparse"... Durante la fiesta un atrevido boquirrubio molestaba con proposiciones indecorosas a una linda chica. Ella lo mandó a freír hongos. El galancete se indignó. "¡Oye! -le pregunta irritado-. ¿No sabes quién es mi papá?". "No, -responde la muchacha-. Pero te prometo que tan pronto lo averigüe te lo informaré"... Bustolina Grandchichier, mujer de busto proceroso, iba en el elevador. "No empuje, señorita" -protestan los demás que iban con ella. "No estoy empujando -se defiende ella-. Estoy respirando"... Le pregunta un tipo a otro: "Dime: esa mujer, Libiana, ¿de veras es tan ligera como dicen?". Responde el otro: "Cómo será de ligera, que en su cama tiene un letrero que dice: ‘Hora feliz de 7 a 9 de la noche. Dos por el precio de uno’"... El padre Arsilio era algo sordo. Un hombre fue a confesarse con él y le dijo: "Me acuso, señor cura, de que tengo relaciones con una mujer casada". "No te oigo" -repuso el sacerdote. Repitió el individuo en voz más alta: "¡Me acuso de que tengo relaciones con una mujer casada!". "Habla más fuerte" -repitió el padre Arsilio. Casi gritando volvió a decir el hombre: "¡¡¡Le digo que tengo relaciones con una mujer casada!!!". Para entonces ya todas las feligresas que estaban en el templo habían oído aquello, y volvían la vista con curiosidad hacia el confesionario. Al advertir eso el tipo se asoma y les dice: "En vista de lo sucedido, señoras mías, no me queda más que ponerme a sus apreciables órdenes"... Don Feblilio llegó a su casa después de la consulta con el médico. Le cuenta a su mujer, doña Abusivia: "El doctor dice que puedo tener un paro". "Posiblemente lo tengas -replica ella con sequedad-. Pero no donde deberías tenerlo"... FIN.