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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

Hecha un mar de lágrimas la joven señora llama por teléfono a su mamá para contarle que acababa de tener la enésima pelea con su esposo. "Me voy a tu casa, mami” -le dice entre hipos y sollozos-. Eso le servirá de castigo”. "¿Qué clase de castigo es ése de venirte a mi casa? -replica la mamá-. Si lo que quieres es castigarlo, yo me voy a la tuya”... "Ya no vuelvo a jugar con Rosilita” -anuncia Pepito a su mamá-. "¿Por qué?” -pregunta la señora-. Y responde Pepito con disgusto: "Estábamos jugando a Adán y Eva, y con lo único que me quería tentar era con una manzana”... Le dice una señora a otra: "Mi hija reprobó el examen de Historia. Se le revolvieron las fechas”. "Dile que tenga cuidado -recomienda la otra-. Por habérsele revuelto las fechas mi sobrina está esperando bebé”... El severo padre de familia amonestaba a su hijo a fin de incitarlo a la práctica de la virtud: "Yo jamás hice el amor con ninguna mujer hasta que me casé con tu madre. ¿Podrás tú decirles lo mismo a tus hijos?”. "Sí -responde el muchacho-. Pero a lo mejor a mí sí me va a ganar la risa”... El agente trataba de venderle un seguro al hosco granjero. Por entablar conversación le pregunta: "Dígame: sus vacas ¿dan mucha leche?”. "No dan nada -responde con sequedad el campesino-. Se las tiene uno que sacar”... Mientras los políticos se ocupan en sus dimes y diretes se va haciendo cada vez más tenue y frágil el hilo que sostiene una espada de Damocles que pende sobre México. Sucede que nuestras reservas de petróleo se están agotando, y sucede también que cada vez irán disminuyendo más los recursos que los mexicanos que emigran a los Estados Unidos envían a sus familiares que acá quedan. La economía mexicana está colgada con alfileres. Eso lo saben hasta los economistas oficiales. Si sufren mengua aquellas dos principalísimas fuentes de ingresos -la del petróleo y la de los paisanos-, los efectos de esa disminución sobre el país serán letales. Ciertamente cuando eso suceda yo puedo irme a mi rancho del Potrero, a donde no llega ninguna de las calamidades de este calamitoso mundo, pero la inmensa mayoría de la población no tiene a dónde ir. Entonces será el llanto y el crujir de dientes. Y ni siquiera habrá recursos para dotar a los desmolados de dentaduras postizas a fin de que crujan también... Le comenta una chica a su compañera de oficina: "Estos pantalones que traigo han de ser de lana virgen”. "¿Por qué piensas eso?” -pregunta la otra. Explica la muchacha: "Cuando me los pongo no puedo abrir las piernas”... La señora iba con su marido por la playa, y vio a una muchacha a quien Natura había dotado con prodigalidad munífica: abundosos eran sus encantos; exuberantes sus formas; opulentas las redondeces de su cuerpo. "¡Qué barbaridad! -exclama la señora muy escandalizada-. ¡Si yo tuviera un cuerpo tan provocativo como ése jamás saldría de mi recámara!”. Y declara el marido: "Yo tampoco”... Un petrolero texano, joven, rico, tonto y fortachón, se enamoró de una corista llamada Feltricela Gwendolinna Marginnetta Jannacet, y le propuso matrimonio. Ella aceptó, no sin antes poner sus condiciones. La noche de bodas la flamante novia se sorprendió al ver todas las letras de su nombre tatuadas en la parte de la anatomía de su esposo que más se relacionaba con la noche de bodas. "¿Por qué hiciste eso?” -le pregunta entre sorprendida y halagada. Responde con asombro el fortachón: "-¿Ya no te acuerdas? Me pediste que mi mejor propiedad la pusiera a tu nombre”... FIN.

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