Se acaba el año ya, y doña Tebaida Tridua, presidenta ad vitam interina de la Pía Sociedad de Sociedades Pías, se niega a conceder el nihil obstat o permiso para publicar aquí el cuento titulado "Tanto monta, monta tanto...". Quien esto escribe insistirá en sacar a la luz ese relato, pues lo considera una importante contribución a la decadencia de Occidente, y a él le gusta la comida china. Esperen mis cuatro lectores la mencionada narración, y mientras tanto lean estas otras, igualmente sicalípticas... Minicio, joven enteco y desabrido, casó con Pirulina, moza vivaracha. Tan pronto llegaron a la suite nupcial Minicio procedió sin más a despojarse de su ropa. La novia no dejó de sorprenderse por esa actitud célere. Ella esperaba los acostumbrados prolegómenos de la noche de bodas: el brindis con champaña; la sabrosa plática sobre los detalles de la fiesta de bodas; la evocación de los felices días del noviazgo, y luego las caricias iniciales que conducen al anhelado paraíso de la intimidad. Nada de eso aportó Minicio a la ocasión. Se desvistió en hosco silencio, y así, callado, se ofreció a la vista de su flamante mujercita. Le dice ella: "¿No me vas a decir nada antes?". Responde con ademán de macho el estólido galán: "Yo hablo con esto". Y señaló su parte varonil. Pirulina ve aquello y replica: "Tienes muy poco qué decir ¿verdad?"... Eran los tiempos de la fiebre del oro en el Yukón. En un apartado campamento un gambusino se sorprendió cierto lunes al ver que su compañero empacaba algunas cosas en su mochila, entre ellas una Biblia. "¿Qué haces?" -le preguntó, intrigado. Responde el otro: "Acabo de enterarme de que 10 millas río abajo surgió un nuevo pueblo. Se llama Sodorra, y es el centro de todos los vicios y las perversiones todas. Voy allá a emborracharme; a jugar a las cartas; a entregarme a la lujuria y a la perdición. Cometeré cuanto pecado se pueda cometer". Inquiere el otro, sorprendido: "Y ¿por qué llevas tu Biblia?". Explica el gambusino: "Es que si me gusta toda esa degeneración me quedaré hasta el domingo e iré a la iglesia"... En el curso del juicio el fiscal le pregunta al médico: "Doctor: como resultado de su examen, esta mujer ¿está embarazada?". "Está embarazada, sí -responde el facultativo-. Pero no como resultado de mi examen"... El vendedor de implementos agrícolas llegó a una granja, y se enteró de que el granjero había salido. Su hija, lozana flor del campo, le dijo que podía esperarlo ahí. El viajero, cuyos eróticos ímpetus se habían arriscado a la vista de la garrida joven, le pidió que le mostrara la finca, y ella accedió de muy buen grado, lo cual animó más al individuo. Pasaron por un prado en el cual un toro cumplía su natural función con una vaca. El hombre vio en la escena una feliz coincidencia que favorecería su intención. Con voz melosa le dice a la muchacha: "¿Me permites que haga lo mismo que está haciendo el toro?". Responde la chica, terminante: "No". "¿Por qué?" -pregunta el salaz tipo. Contesta ella: "La vaca no es nuestra"... Ignoro si Fox y Espino sean amigos o simples compañeros de política, pero a mí ya me parecen cómplices en la tarea de causarle problemas a Felipe Calderón. Tal se diría que quieren estorbarlo en su labor. El dirigente de Acción Nacional está muy lejos de mostrar la lealtad que como panista debe al Presidente, y por su parte Fox no aporta nada con su errática conducta al interés de la Nación. Los atenienses tenían una sabia institución: el ostracismo. Era una forma de destierro que se aplicaba a quienes, aun sin delinquir, atentaban contra el bien de la comunidad. A veces me pregunto por qué esa institución no existe en México... FIN.