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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

La hija le dice a su mamá: "Mami: todas mis compañeritas de la primaria tienen el pecho liso, menos yo. ¿Es porque hago gimnasia?". "No, hijita -responde la señora-. Es porque tú tienes 24 años"... Aquel joven curita observaba desolado que la gente se dormía en sus sermones. Fue con el señor obispo, que tenía fama de ser gran orador sagrado, y le pidió un consejo para mejorar sus homilías. "Lo que debes hacer -le recomendó Su Excelencia- es dar interés al exordio de tu peroración. Comienza con algo que capte la atención de los fieles. Una vez que consigas atraerlos oirán tu predicación hasta el final". El curita le rogó al dignatario que le diera algún ejemplo. "Mañana celebraré una misa -le indicó el obispo-. Observa cómo empiezo mi sermón. Ahí tendrás tu ejemplo". En efecto, el recién ordenado fue a oír la homilía del señor. Comenzó el prelado: "Hermanos míos. Debo hacerles una sincera confesión: quiero a una mujer". Todos los feligreses se asombraron al escuchar esas palabras, y clavaron la mirada en el obispo. "Sí, hermanos -prosiguió éste-. Quiero a esa mujer con un amor profundo, hasta el punto de que por ella daría mi existencia". El interés de los fieles creció más. Y remató el obispo: "Esa mujer, hermanos míos, ¡es mi madre!". Captada así la atención de la feligresía el jerarca siguió hilando su sermón. Al día siguiente el curita joven se dispuso a predicar según el ejemplo recibido. "Hermanos míos -comenzó su homilía-. Debo hacerles una sincera confesión: quiero a una mujer". Los asistentes a la misa pararon las orejas, sorprendidos. "Sí, hermanos -continuó el curita-. Quiero a esa mujer con un amor profundo, hasta el punto de que por ella daría la existencia". La gente no perdía palabra de lo que decía el joven sacerdote. Y remató el curita: "Esa mujer, hermanos míos, ¡es la mamá del señor obispo!"... No cabe duda: Vicente Fox se ha convertido en un dolor de cabeza -o de más abajo- para la administración calderonista. Tiene la parvedad mental de quien no se allegó en la vida muchos conocimientos, pero posee también la temosa terquedad de los que piensan poco, y eso lo hará mantenerse en la actitud petulante que ha asumido. Desde luego, en lo que atañe a la investigación por presunto enriquecimiento ilícito de que es objeto el ex Presidente deberá mantenerse el principio de que todo acusado de un delito es inocente mientras no se demuestre lo contrario. Pero es deseable que esa investigación se lleve a fondo, y que también la fundación "Vamos México" sea investigada, pues su creadora la ha manejado con arrogancia igual a la que ahora muestra su marido. Ha de determinarse si la señora aprovechó o no el carácter oficial que tuvo para obtener beneficio personal o en favor de su organización. No se trata de usar esas investigaciones como instrumento de presión a fin de acallar al locuaz ranchero de San Cristóbal; se trata de determinar si en verdad hay elementos para fincar responsabilidades al ex mandatario, o a quien con él formó aquella lamentable "pareja presidencial" de ingratísima memoria... Hubo un pleito en una boda, y todos los que participaron en la riña fueron llevados ante el juez. Uno de los presentes dice: "Permítame decirle como empezó la reyerta, señor juez. Soy amigo del novio, y fungí como su padrino de bodas. Es costumbre en nuestro pueblo que el padrino baile con la novia la primera pieza. La bailé, pero siguió la música y bailé con ella una segunda pieza. Y una tercera. En eso vino el novio, y sin motivo alguno le dio a la novia una tremenda patada en el mero centro de las pompis". "¡Qué barbaridad! -exclama con enojo el juez-. ¡Eso debe haberle dolido!". "Claro que sí -responde el tipo-. ¡Me quebró tres dedos!"... FIN.

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