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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

Solicia Sinpitier, madura señorita soltera, iba por la calle. Un muchachillo le preguntó la hora. Consulta ella su reloj y responde: "Faltan 15 minutos para las 9". "Muy bien -dice entonces el chiquillo-. A las 9 en punto puede usted darme las éstas". Al decir eso el lépero chamaco soltó una grosera risotada y echó a correr. La señorita Sinpitier corrió también tras él para castigarlo. Corriendo iba cuando encontró a la señorita Himenia Camafría, célibe como ella. "¿Qué haces?" -le pregunta ésta. "Voy tras aquel muchacho -responde Solicia-. Me dijo que a las 9 puedo darle las éstas". "¿Y por qué corres? -se extraña la señorita Himenia-. Todavía faltan 10 minutos"... ¿Cuál es el producto principal del campo mexicano? Fácil es la respuesta, y también triste: los migrantes. El drama de los mexicanos que arriesgan la vida para ir "al otro lado" es el resultado final de muchos años de mentirosa demagogia. La colectivización de la tierra no sólo convirtió a los campesinos en una especie de menores de edad sujetos a la tutela perpetua del Estado: también trajo consigo la falta de productividad del campo, y su empobrecimiento. Se dijo que la tierra era de todos. Y lo que es de todos termina por no ser de nadie. A estas alturas es imposible ya negar una evidencia que los hechos muestran: el ejido fue un fracaso, y muchos años se necesitarán para remediar sus malas consecuencias. Mientras tanto hemos de seguir viendo la dolorosa tragedia de los pobres que afrontan todos los peligros para ir a otra tierra en busca de lo que la suya no les puede dar. Lo irónico de esto es que el campesino mexicano, que en su propio solar nada produce, en el ajeno se vuelve productivo, y gana no sólo lo necesario para su sustento, sino para el de aquellos que en México dejó. Un monumento merece ese migrante, pues de no ser por él ya habría estallado en este país un magno movimiento de irritación social. Es necesario, pues, hacer frente a la verdad y reconocer este desastre histórico que condujo a la ruina del campo y de los campesinos. Y es más necesario aún dar pasos para que llegue plenamente al campo la libertad que vino tras la caída de los regímenes que negaban la iniciativa personal y dejaban todos los procesos económicos en manos del Estado... El encargado de la farmacia le informa al cliente de madura edad: "Hemos dejado de vender la marca de condones que usted pide. El material de que están hechos produce inflamación". "¿Ah sí? -responde el individuo-. Y ¿cuál es el problema?"... Aquel náufrago tenía ya seis meses en una isla. Cierto día ¡oh sorpresa! una preciosa rubia llegó remando en un bote de caucho. "También mi barco naufragó -le cuenta-. Tengo dos años viviendo en esta isla". Dice el hombre: "¡Qué suerte tuviste de conservar ese bote!". "No lo conservé -responde la muchacha-. Yo misma lo hice con caucho que obtuve de los árboles". El sujeto se asombra, y más cuando la rubia lo llevó a su casa, hecha por ella con elementos naturales, y le ofreció un whisky. "También lo elaboro yo misma -dice- en una destilería que hice con mis propias manos". Enseguida la rubia se disculpa. "Voy a ponerme cómoda" -dice a su visitante. Apareció a poco cubierta sólo por una tela transparente. "Yo misma la tejí -dice a su visitante- en un telar que construí aprovechando materiales de la isla". La hermosa chica se sienta al lado del hombre, le pone una mano en la rodilla y le dice con sugestiva voz: "Estoy segura de que hay algo que te gustaría hacer; algo que has deseado todos estos meses; algo en que seguramente has pensado mucho en tus días y noches de soledad". El tipo traga saliva y le dice lleno de excitación: "¡No me digas que tienes algo donde puedo revisar mi e-mail!"... FIN.

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