El viejito y la viejita estaban sentados en sendas mecedoras en el porche de su casa. De pronto la ancianita toma su bolsa y le da con ella un tremendo bolsazo al viejecito. "¿Por qué hiciste eso?" -pregunta el ancianito, aturrullado. Responde la viejita: "Por haberme dado 40 años de mal sexo". Entonces el viejecito agarra su bastón y le da un tremebundo bastonazo a la viejita. "¿Por qué hiciste eso?" -pregunta ella, aturdida. Contesta el viejecito: "Por conocer la diferencia"... Soy -desde joven lo he sido, y espero serlo siempre- un cómico de la legua, un juglar de ahora. Me gusta eso que llaman "la farándula". Si por mí fuera andaría en un teatro de carpa, como aquel benemérito "Tayita", representando dramas de Zorrilla o comedias de los Álvarez Quintero. Ganas me dan a veces de formar una compañía itinerante parecida a las que hicieron García Lorca o Alejandro Casona, para lanzarme por esos caminos de Dios llevando al palco escénico (así debe decirse) dolorosos dramas arrancados de la vida misma o regocijantes sainetes de risa loca (así se debe decir). Por lo antes dicho, y por esa íntima y confesada vocación farandulera, estos días he sido residente del paraíso terrenal. He aquí que soy parte -ínfima parte- del Festival de Octubre, espléndida jornada cultural que en Coahuila, mi natal tierra, se cumple cada año. Por invitación del Gobernador, profesor Humberto Moreira Valdés, he ido a las más pequeñas comunidades del Estado: unas de la región desértica; otras aledañas a la frontera con Estados Unidos; algunas más pertenecientes a la región central de bello nombre: la de Los Cinco Manantiales; éstas de La Laguna, aquéllas de la parte donde la gente gana el pan de cada día buscando el oro negro del carbón. He ido a municipios de sonorosos nombres: Sacramento, Nadadores, y si Dios quiere llegaré la próxima semana a aquél que toca ya las lindes de Chihuahua: Sierra Mojada. En todos esos lugares lo reciben a uno con hospitalidad de hidalgos, y en todos el visitante es regalado con los dones de cuerpo y alma que la tierra da. Y es que esos pueblos -ese pueblo- jamás habían sido tomados en cuenta para llevarles cultura y arte, y ahora les llegan muestras magníficas de teatro, música, pintura, danza, letras; y no sólo con artistas de Coahuila, o mexicanos, sino también del extranjero: con chinos, africanos y cubanos me he topado en el periplo. Doy gracias, pues, al profesor Moreira por haberme hecho parte de esa fiesta, y por haberme puesto otra vez en los caminos de mi juventud, los jubilosos caminos de la legua, donde en cada recodo aguarda una sorpresa y donde cada día surge un deslumbramiento. Cuando termine esta jornada habré recorrido ya los 38 municipios de mi Estado, y sin cortar atajos como aquél que les platiqué. Y al acabar la gira no llegaré hecho girones, sino fortalecido por el trato de la gente, tan cordial y tan buena, que es el mejor recurso que Coahuila tiene entre los muchos y variadísimos dones que hacen de mi solar natío un lugar de esperanza y promisión... ¡Bravo, columnista! Inspirado este día has estado. Al hablar del tuyo encontraste arpegios y armonías no voy a decir que celestiales, porque eso sería mucho decir, pero sí de bastantes metros sobre el nivel del mar. Debo decirte, empero, que el lirismo no es tu fuerte. Narra uno de esos chascarrillos que constituyen tu modesta, si bien alegre, especialidad... Cierto viajero llegó a un pequeño pueblo, y en una esquina vio a un campesino que vendía conejos silvestres. "Dígame, buen hombre -le pregunta-. ¿Cómo se cogen los conejos?". "Bueno -empieza a explicar el campesino-. El conejito va tras la conejita, se sube en ella...". "No -se azara el visitante-. Quise decir ¿cómo se cazan los conejos?". "¡Uh, señor! -dice entonces el hombre-. Estos animalitos son bastante más listos que nosotros. Se cogen mucho, pero no se casan"... (No le entendí)... FIN.
