La señora le dice a su marido: "Tengo una mala noticia: nuestro hijo está en su cuarto". Pregunta el señor con extrañeza: "Y eso ¿qué tiene de malo?". Responde la mujer: "Está viendo un video en el que sale una pareja haciendo el amor". "Tampoco eso es tan malo -replica el esposo-. A su edad es natural que le interesen esas cosas". "Sí -reconoce la señora-. Pero la pareja somos tú y yo"...
Babalucas y un amigo suyo fueron de cacería. Apenas habían empezado la jornada cuando el amigo cayó desvanecido. Asustado, sin saber qué hacer, Babalucas echó mano a su celular y marcó el número del teléfono de emergencia. "¡Por favor! -clama angustiado-. ¡Mi amigo cayó sin sentido al suelo! ¡Creo que está muerto!". "Cálmese -le dice una voz femenina en el teléfono-. Por favor, siga mis instrucciones. Primero asegúrese de que su amigo realmente esté muerto". Se hace una pausa. En seguida la mujer oye un fuerte estallido: ¡bang!, inequívocamente el disparo de un arma de fuego. Luego escucha la voz de Babalucas: "Muy bien; ahora ¿qué más?"... Llegó un sujeto a la farmacia. Se le veía agitado y tembloroso. Le pregunta al farmacéutico: "¿Tiene algo para los nervios?". "Sí -contesta el hombre-, pero necesita usted una receta". "No traigo ninguna" -manifiesta el tipo. "Entonces -declara el de la farmacia- lo único que puedo hacer es decirle lo que yo hago cuando estoy en situación de estrés: voy a mi casa y hago el amor con mi esposa. Eso me alivia la tensión". "Parece bueno el remedio -considera el otro-. ¿Estará la señora en casa?"... ¡CLAP CLAP CLAP CLAP CLAP CLAP CLAP! ¿A quién prodigas, inane escribidor, ese nutrido aplauso? A Marcelo Ebrard, Jefe de Gobierno del Distrito Federal, por habernos devuelto el centro histórico de la amadísima Ciudad de México, y rescatarlo finalmente de manos de quienes se habían apoderado de él. Valerosa decisión fue la suya; ojalá los intereses criados, aún más bajos y nocivos que los creados, no vayan a echarla abajo, y vuelvan las cosas al mal estado que tenían. He sido crítico acerbo de Marcelo Ebrard. He censurado en forma catoniana, fruncido el ceño y algunas otras partes, su actitud de subordinación a AMLO, su absurda negativa a reconocer al Presidente Calderón. Sé, sin embargo, que esa postura es para las galerías, es decir para López Obrador y su claque, cada vez más reducida; sé que en forma discreta Ebrard mantiene relaciones institucionales, y aun cordiales, con la administración federal, sobre todo a través de la secretaría de Gobernación. Por eso vaya mi reconocimiento a Ebrard, y sobre todo por la valiente acción que devolvió su prestancia y señorío al corazón de la muy noble y leal ciudad. Desfrunzo el ceño, pues -y todo lo demás-, y reitero aquel aplauso que al principio puse, dado con ambas manos para mayor efecto y significación... ¿Cuáles son las tres palabras que una esposa no quiere oír cuando está haciendo el amor? "¡Ya llegué, vieja!"... La tienda de un comerciante ardió hasta los cimientos. Sólo cenizas quedaron después de la conflagración. El agente de seguros le pregunta: "¿Qué clase de seguro tenía usted". "Incendio y robo" -responde el comerciante. "Lástima -le dice el agente-. Debió haber sido ‘Incendio o robo’. No le podemos pagar nada: robo no hubo"... Uglilia, mujer más fea que un coche por abajo, iba en el autobús con sus dos hijos. "Perdone usted, señora -le pregunta un sujeto-. Sus niños ¿son gemelos?". "No -responde ella-. El mayor tiene 9 años, y el más pequeño 7. ¿Parecen gemelos?". "No -replica el individuo-. Pero no me parecía posible que a usted le hubieran hecho el amor dos veces"... FIN.