Llegó lord Feebledick a su casa, y al entrar en la alcoba sorprendió a su mujer, lady Loosebloomers, en íntimo abrazo de concupiscencia con el guardabosque Wellh Ung. "¡Pero, Wellh! -prorrumpe Feebledick con voz doliente-. ¡Tú, entre todos mis servidores el más fiel! ¿Cómo puedes hacerme esto?”. Contesta el guardabosque, respetuoso: "No se lo estoy haciendo a usted, milord”... La esposa de Babalucas enfermó de gravedad. Iba a pasar a mejor vida. En el lecho de muerte le dice a su marido: "Debo hacerte una confesión, Baba: nuestro hijo no es tuyo”. Responde Babalucas: “Tampoco es tuyo”. "¡Cómo que no es mío! -protesta la mujer-. ¡Yo lo di a luz!”. "Es cierto -reconoce el badulaque-. Pero un día me dijiste en la maternidad: ‘Cambia al niño’. Y lo cambié”... Los perredistas deberían escuchar la voz de Cuauhtémoc Cárdenas, voz honesta y de razón. En opinión del líder moral del PRD el gobierno de Felipe Calderón debe ser reconocido por todos, más allá de la discusión sobre el resultado de la elección presidencial del 2 de julio. No sólo encabeza Calderón un gobierno constituido: además ha recibido el reconocimiento de otros gobiernos y de todos los sectores de la sociedad. La opinión del ingeniero Cárdenas está acorde con la realidad. Sólo la obcecación de unos cuantos -cada vez menos- puede ser causa de negar una evidencia fincada no sólo en la determinación del órgano electoral y del tribunal correspondiente, sino en la voluntad de la ciudadanía, que reconoce en forma absolutamente mayoritaria la presidencia encabezada por Calderón. De espaldas a la verdad, por tanto, y a los mexicanos, viven quienes aún impugnan su gobierno. No son idealistas: son ideáticos. Lo mejor que con ellos se puede hacer es ignorarlos. (El autor hace un gesto de indiferencia y se retira de su comentario)... La señora tuvo el antojo de comprarse una periquita, y fue a una tienda de mascotas. El dueño le mostró una cotorra muy graciosa, de rojo copete, plumaje tornasolado y ojos vivos. "Esta lorita -le dijo -pertenece a una variedad sumamente rara: es la única ave conocida que pone huevos cuadrados”. La visitante, encantada con la pajarita, y atraída por su rareza, manifestó su deseo de comprarla. "Una cosa debo advertirle, señora -le previno el vendedor-. La periquita sólo sabe palabras de grueso calibre: al hablar no dice más que maldiciones”. "No importa -responde la compradora-. Eso me gusta más aún”. Llevó a su casa, pues, a la cotorra. Pero pasó una semana, y dos y tres pasaron, y la periquita no hablaba; no decía nada. Tomó el teléfono la señora y llamó al de la tienda. "Oiga -le reclama-. Usted me dijo que la periquita sabe decir maldiciones, y hasta ahora no ha dicho ni una sola”. Contesta el tipo: "¿Recuerda que le dije que la lorita pone huevos cuadrados?”. "Lo recuerdo” -declara la señora. "Entonces sólo hay que esperar -le indica el hombre-. Las maldiciones las dice cada vez que pone un huevo”... El capataz de la fábrica le dice a uno de los trabajadores: "Se acerca ya la fiesta de Halloween que hace la compañía. ¿De qué crees que debo ir disfrazado?". Le aconseja el obrero: "Disfrázate de nieto de p...". "¿De nieto de p...? -se sorprende el capataz-. ¿Por qué?". Le explica el otro: "Porque si te disfrazas de hijo todo mundo lo va a reconocer"... En el atestado autobús la curvilínea muchacha le dice al oído a su compañera: “Observa disimuladamente, y dime si el hombre que tengo atrás, pegado a mí, es guapo". "Es joven" -le responde la amiga. "Dime si es guapo- insiste la muchacha-. Su juventud ya la he sentido"... (No le entendí). FIN.
