El cuento con el cual se descorre el telón de esta columnejilla es de esos que los franceses llaman “risque”. Tal calificativo indica que su contendido sicalíptico es muy alto. Las personas afectadas de pudicia deben abstenerse de leerlo, pues su lectura les puede ocasionar una erupción de sarpullido en el traspuntín o tafanario... Aquel señor fue a cenar al restorán, y pidió un café. La mesera tropezó al servirlo, con lo que derramó todo el contenido de la cafetera en el regazo del cliente. “¡Perdone usted, señor! -se azara la pobre mujer-. ¡Mire cómo le dejé su pantalón!”. “No se preocupe usted -responde, comprensivo, el caballero-. Son cosas que suceden. Pero dígame: el café ¿es descafeinado?”. “No, señor -responde la mesera, sin entender la razón de la pregunta-. Es café regular”. “¡Magnífico! -exclama el señor con gran contento-. ¡Eso significa que esta cosa va estar de pie toda la noche!”... (No le entendí)... El jefe del Departamento de Tránsito le comenta a su ayudante: “Voy a mandar traer de Estados Unidos un Breathalyser”. “¿Un qué?” -pregunta el otro. “Un Breathalyser -repite el jefe-. Es algo que te detecta cuando has bebido mucho”. “Ah, sí; los conozco -dice entonces el sujeto-. Estoy casado con uno de ésos”... No son más de 50. Van por medio de la calle de Madero, en la Ciudad de México, gritando consignas contra un líder de pueblo. Se dirigen al Zócalo en una de las decenas de manifestaciones que ocurren cada día en la capital. Tras los manifestantes se ha formado una larga fila de vehículos cuyos conductores se ven molestos e irritados por aquel estorbo que les impide avanzar. Una patrulla policiaca acompaña al mínimo grupo de vociferantes. No da protección a los ciudadanos, sino a quienes atentan contra el derecho de los ciudadanos. ¿Entienden esto mis cuatro lectores? ¿Entienden mis cuatro lectores a México?... Don Usurino, hombre cicatero, le dice a su mujer: “Has sido una buena esposa, Sufricia. Todo este año me has atendido bien; has cocinado para mí; has lavado y planchado mi ropa; has tenido en orden mi casa... He pensado por eso darte un cheque de mil pesos como regalo esta Navidad. Y si el próximo año te esfuerzas igual, te lo firmaré”... Un señor de edad le dice a otro: “Por 10 razones me gustaría reencarnar y vivir otra vez”. “¿Cuáles son esas 10 razones?” -pregunta el otro. Contesta el señor: “La primera es el sexo. Las otras nueve no importan”... Frase de Sharon Stone: “Una mujer es capaz de simular un orgasmo, pero un hombre es capaz de simular toda una relación”... El joven repartidor de pizza se emocionó -digámoslo así- al ver a la mujer que lo recibió en la puerta: era una esposa joven y atractiva, cubierta únicamente con un vaporoso negligé que dejaba ver los ebúrneos encantos de su cuerpo. (Si en este punto algún lector pregunta: “Y ¿de qué era la pizza?”, dará lugar a grandes suspicacias). La señora invita a pasar al muchacho, y le dice luego de cerrar la puerta. “Perdóname, pero quiero decirte algo. En estos momentos estoy sola en la casa”. La emoción del mozalbete creció, tanto en sentido recto como figurado. “Me da pena hablar de esto -prosigue la señora-, pero has de saber que mi marido es un hombre maduro. Tiene por eso una debilidad que... tú me entiendes”. La emoción del joven repartidor crecía a ojos vistas. “Hay cosas que una mujer necesita -siguió diciendo la atractiva dama-. Y al verte pensé pedirte que... no sé si esto te moleste”. “¡No, no señora! -prorrumpe el muchacho lleno de excitación-. ¡Pídame lo que quiera!”. Y dice entonces la señora: “¿Podrías hacerme el favor de ayudarme a mover el refrigerador?”. (NOTA: La emoción del muchacho bajó inmediatamente)... FIN.