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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

Armando Camorra

“En martes ni te cases ni te embarques”. Así reza el conocidísimo refrán. Y si ese martes cae en 13 más ominoso aún será. Hay números agoreros. Los chinos, por ejemplo, consideran al 8 un número de buena suerte. Por eso algunos de ellos -unos pocos cientos de millones- insistieron en que la Olimpíada de Beijing comenzara el 8 de agosto del próximo año: día 8 del octavo mes del año 2008. Eso está bien. Pero ¿narrar un chiste rojo en martes 13? Tal sinrazón parece desafiar al hado. El cuento que hoy aparece al final de esta columnejilla tiene nombre interrogativo. Se llama: “¿Qué hacer con esto?”. Su clasificación es “Desaconsejable”, por lo cual las personas de conciencia encogida o apocada harían bien en abstenerse de leerlo. Pongo ese chascarrillo hasta el final, para que las personas de esa condición tengan tiempo de pensar qué es lo que van a hacer... La criadita de casa rica le comenta a una amiga: “Me habían dicho que el señor tenía un Picasso, pero la verdad es que tiene un piquillo de este tamañito”. (NOTA: Y ni siquiera es Degas)... Un tipo que vivía en la frontera con Texas le pregunta a otro: “¿Qué se te ofrece para San Antonio?”. Pregunta el otro: “¿Vas a ir allá?”. “No -aclara el sujeto-. Le voy a rezar una novena”... Hugo Chávez es formidable histrión, no cabe duda. Todo lo que hace y dice se encamina a llamar la atención. Y logra su propósito el truhán: los medios de comunicación van hacia él como el ratón al queso; recogen golosamente sus bufonadas y las reseñan con detalle. Así el gran comediante se sale con la suya, pues sus trapacerías, que mueven a la risa o al enojo, ocultan el fondo de tragedia que su farsa envuelve. En efecto, mientras el mundo ríe de Chávez, o lo tilda de loco o de grotesco, él se apodera de Venezuela y la convierte en cosa de su propiedad. Varias veces me he dirigido al dictador a través de estas líneas, y en términos viriles (sin exagerar) le he pedido que se abstenga de incurrir en actos de tiranía o despotismo. Él ha desoído mis admoniciones, o a lo más ha respondido a ellas cantando aquello de: “No soy monedita de oro...”. (Y cantándolo mal, dicho sea entre paréntesis, pues el tiranuelo desafina). Pero que de mí se acuerde: llegará el día en que la masa que ahora lo sigue lo perseguirá. Entonces será el llanto y el crujir de dientes. (A las personas que no tengan dientes se les proporcionará gratuitamente una dentadura postiza, para que crujan también). Que luego no diga Chávez que no se lo advertí... Capronio, su esposa y la madre de ella fueron de campamento al bosque. Una mañana la señora llega toda agitada y le dice con angustia a su marido: “¡Ven pronto! ¡Mi mamá está luchando con un enorme oso grizzly!”. “No voy -niega Capronio-. Por lo que me dices, ese oso ya está bastante grandecito, y puede defenderse solo”... Los escoceses, ya se sabe, son grandes ahorradores; no les gusta desperdiciar nada. Jock McCock quebró con un ladrillo el cristal de una joyería y robó todas las joyas que ahí estaban en exhibición. La policía lo pescó porque volvió al día siguiente a recoger el ladrillo... Viene ahora el execrable cuento intitulado: “¿Qué hacer con esto?”. Aparten de él la mirada las personas de moral ceñida (y ceñuda)... Un viejecito sintió cierta mañana en la entrepierna una conmoción que hacía muchos años no sentía. Se vio la correspondiente parte y la encontró en estado levantisco, igual que en los mejores tiempos de la juventud. Lleno de asombro llamó a su anciana esposa y le mostró aquella peregrina novedad. Le dice muy desconcertado: “Sé que algo se hacía con esto, pero ya no recuerdo qué”. Contesta la viejecita, vacilante: “Yo tampoco me acuerdo. Pero ya que está así deberías aprovechar para darle una buena lavada, ahora que no tiene arrugas”... FIN.

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