El tembloroso recién casado bajó al bar del hotel mientras su noviecita se preparaba y pidió una cerveza. "-Perdone la indiscreción, joven- le dice sonriendo el comprensivo barman-, pero la cerveza más bien apaga las ansias amorosas. Usted lo que necesita para estar a la altura de las circunstancias es una copita de coñac". El joven acepta la sugerencia y se la toma. Se va luego a su cuarto, pero como a las cuatro horas regresa, y le dice al barman: "-Me da una botella de coñac para mí y tres cartones de cerveza para mi señora"... En la merienda semanal las señoras del barrio hablaban acerca de sus respectivos maridos. "-El mío -dice una de ellas-, es ratero". "-Cómo que ratero?" -se alarman las demás-. "-Sí -responde la señora-. Nada más a ratos viene a la casa"... A mis cuatro lectores les consta que no profeticé la llegada de José Narro Robles a la rectoría de la UNAM. Fácil sería para mí decir que auguré tal acontecimiento. Para hacer creer eso haría lo que algunos escribidores que dicen, por ejemplo: "En mi artículo en el diario ‘La Redención de la Patria’, periódico semanario, de fecha 18 de febrero de 1974, vaticiné que el rey de España y Hugo Chávez, el dictador de la nación venezolana, tendrían un desencuentro...". ¿Quién shingaos, háganme ustedes el refabrón cavor, se va a poner a buscar esa publicación para determinar si en verdad el articulista enunció la profecía? Esto es como aquello de: "El mentir de las estrellas / es un seguro mentir, / porque ninguno ha de ir / a preguntárselo a ellas". No predije que el doctor Narro llegaría a ser rector, y precisamente por eso -entre otras causas, claro- el saltillense llegó a la rectoría. Me suele acontecer que cuando pronostico algo sucede todo lo contrario. Por ejemplo, en enero del 2000 anuncié que Fox sería presidente de México, y ya ven lo que sucedió: la presidenta fue otra. No me ha agradecido mi paisano el hecho de haberme abstenido de agorar sobre el asunto de la Universidad, pero a pesar de eso digo que va a ser un magnífico rector. Esto no es una profecía; es una evidencia que fundo en 10 razones. La primera: el doctor Narro es de Saltillo. Las otras nueve razones salen sobrando ya. Eso sí: tendrá que trabajar en forma ardua para que los estupendos logros proclamados por el anterior rector se vuelvan realidad. En efecto, muchas de las realizaciones dadas a conocer por De la Fuente eran más bien fruto de cosmética, de propaganda y relaciones públicas. Ciertamente la UNAM se ha mantenido en paz, portento difícil de conseguir en esa colosal olla de grillos. En el ámbito de la investigación se han hecho avances importantes. Pero la principal misión de la Universidad es la docencia, y es ahí donde el nuevo rector tendrá que emplearse a fondo. Otra preocupación me inquieta: Narro Robles no es persona muy grata a las izquierdas, que de seguro intentarán calarlo -o sea someterlo a prueba- con alguna acción provocadora o de presión. Esto sí es una profecía que hago con la esperanza de que no se cumpla. Para quienes hemos pasado por las aulas de la UNAM esa casa de estudios es orgullo. Su nuevo rector tiene cabal conocimiento de ella, y experiencia grande en el tratamiento de las cuestiones universitarias. En buenas manos está la institución... Platicaban tres amigas, una de ellas bastante sordita. La primera, cuya afición era la pesca, indica con las manos el tamaño del robalo que había pesado. La segunda, que gustaba de la jardinería, señala en la misma forma la medida de los pepinos que cultivó en su huerto. Y la sordita pregunta llena de ansiedad: "-¿Quién? ¿Quién?". (No le entendí)... FIN.
