Capronio, sujeto ruin y desconsiderado, sorprendió a una joven ladrona en el interior de su casa. "¡Por favor, señor! -clama con desesperación la ladronzuela-. ¡No llame a la policía! ¡Iré a la cárcel, y mi madre se morirá de pena! ¡Déjeme ir, se lo pido de rodillas! ¡A cambio le ofrezco mi cuerpo! ¡Haga conmigo lo que quiera!". La muchacha tenía lo suyo, de modo que Capronio decidió aprovechar esa impensada oportunidad. Condujo a la joven a la alcoba y se dispuso a pasar con ella un rato de erotismo. Sucedió, sin embargo, que el erotismo no llegó: por más esfuerzos que Capronio hizo no pudo ponerse en aptitud de gozar los encantos de la chica. Convencido ya de la inutilidad de sus empeños le dice a la muchacha: "Lo siento, linda. Creo que después de todo voy a tener que llamar a la policía"... Una reciente viuda les dijo a sus amigas: "Ahora soy más feliz en la cama que en vida de mi esposo". "¡Cómo!" -exclaman ellas escandalizadas. "Sí -confirma la señora-. El sexo es igual que antes, pero ahora yo tengo el control de la tele"... Susiflor casó con Pitoncio, hombre lúbrico y libidinoso. Ella no quería encargar familia de inmediato, de modo que la noche de las bodas le preguntó a su esposo: "¿Vas a usar alguna protección?". "Sí -replica el tal Pitoncio-. Ya puse almohadas en la cabecera de la cama, para que no vayas a golpearte la cabeza"... Marcelo Ebrard, habitante de la sinrazón, va dilapidando con rapidez su capital político. No lo favorece nada la imagen que ha adquirido, de incondicional de López Obrador. Eso de no reconocer a Calderón es algo ya francamente pintoresco, y aun risible. Ebrard se está amarrando al cuello una rueda de molino. Esa pesada piedra es AMLO, y el Jefe de Gobierno del Distrito Federal se va a hundir si no se libera de la onerosa carga. No está solo Ebrard en la carrera hacia la Presidencia. Tendrá duros rivales dentro de su partido que le disputarán la nominación presidencial. La corriente lopezobradorista se ve cada día más débil y más desprestigiada. Si no sale de ella Ebrard cometerá un yerro muy grave, y pagará sus consecuencias. En política es malo que te anulen, pero anularte tú mismo es mucho peor... Doña Uglilia era más fea que un coche por abajo. Fue de cacería con su marido al África. En la selva unos caníbales la apresaron y la llevaron a su jefe. El antropófago ve a doña Uglilia y luego dice: "Hoy quiero nada más una ensalada"... Otro caníbal le dice a su compañero: "Mi suegra no me gusta nada". Le indica el compañero: "Entonces cómete nada más las papas"... Himenia Camafría, madura señorita soltera, llegó a la prisión de hombres y pidió que la llevaran al venusterio. Hermosa palabra ésta, si bien muy poco usada: el venusterio es, en las cárceles, la habitación en donde las personas presas tienen relación sexual con su pareja. El guardia le pregunta a la señorita Himenia: "¿Con cuál de los reclusos viene usted a hacer la visita conyugal?". Responde ella sin vacilar: "Con el que sea"... Tres individuos hablaban acerca del eterno tema: el sexo. En el curso de la conversación surgió una pregunta interesante: ¿cuál es la parte del cuerpo que el hombre debe tener más sensible para hacer el amor? Opinó el primero: "Su parte de varón, naturalmente". "Difiero de eso -consideró el segundo-. Yo creo que esa parte son las manos. Con ellas acaricias a la persona amada". "Se equivocan los dos -afirma el tercero-. La parte más sensible que el hombre debe tener al hacer el amor con una mujer son los oídos". "¿Los oídos? -se asombran los otros-. ¿Por qué?". Explica el individuo: "Para oír si viene el marido"... FIN.