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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

El encargado de la sección de libros en el suplemento del periódico local le pregunta al dueño de la librería: "¿Cuál es el libro que más se ha vendido en este mes?”. Responde el librero: "Es uno que se llama ‘Cien posiciones’. Quinientos ejemplares he vendido esta semana, y, la verdad, no me explico por qué ha despertado tanto entusiasmo un libro de ajedrez”... Tampoco yo me explico por qué mi libro "De abuelitas, abuelitos y otros ángeles benditos" haya sido el que más ventas registró en la Feria Internacional del Libro, en Monterrey. Lo atribuyo, primero, a la generosidad de mis cuatro lectores, que asisten siempre a las presentaciones de mis libros para que ponga en el suyo unas palabras mías; o simplemente para oírme, para darme su saludo; para ungirme, en fin, con el óleo de la bondad humana. Lo atribuyo, después, a la excelencia de mi querida casa editorial, Diana, del Grupo Planeta, y a los buenos amigos de Sanborns, de Gandhi, de todas las librerías que ponen mi obra al alcance de la gente. Y, finalmente, lo atribuyo a que ese libro toca una fibra sensible en el corazón de los lectores, esa íntima fibra de hogar y de familia que es el trato de hijos, padres y abuelos, cordial vínculo que a todos nos une en el amor. Mucha gente me ha dicho que compró ya el libro para regalarlo en esta Navidad a sus papás o a sus abuelitos, y representantes de numerosas empresas me han llamado también para decirme que se proponen hacer llegar el libro como obsequio navideño a sus colaboradores o a sus clientes. Ahora me dirijo a esa ciudad que tanto quiero, Guadalajara, para encontrarme con mis cuatro lectores jaliscienses y presentarles "De abuelitas, abuelitos y otros ángeles benditos" con la emoción con que se presenta a un hijo. Estaré en la FIL este domingo, a las 6 de la tarde, en el salón uno. Contaré cosas de mi vida que no suelo contar; narraré anécdotas de mis abuelos -porfiristas los unos; los otros revolucionarios-, hablaré de lo que son los nietos para nosotros, sus abuelos, y luego te daré un abrazo, amiga, amigo tapatío; y si lo quieres te dedicaré mi libro y me retrataré contigo. La vida hace regalos. Uno de ellos será verte en la presentación en Guadalajara "De abuelitas, abuelitos y otros ángeles benditos", ese libro que -me lo dijo esa adorable mujer que se llama Fernanda Familiar- hace reír y llorar al mismo tiempo... Antes de proceder al ritual de la noche de bodas el flamante maridito quiso darle a su mujercita una sorpresa. Mientras ella se bañaba ordenó una cena con champaña servida en una mesa con velas. Apagó la luz de la habitación, encendió el candelabro y aguardó a que ella saliera. Hace su aparición la muchacha, y al ver aquello exclama divertida: "¡Ay, Ultimiano! ¿Para qué me prendes velas? ¡Si ni soy virgen!”... Una señora y un señor se abrazaban y besaban dulcemente en la banca de un parque. Dos individuos pasan, y uno le dice al otro: "¡Caramba! ¡Qué cariñosa es la esposa de Astifino!”. "Sí -reconoce el otro-. Me pregunto dónde andará Astifino”... Volupticia y su hermano vivían en la gran ciudad. Ella era más que popular entre los hombres, y él andaba siempre apurado de dinero. "Hermanita -le dice un día-, préstame lo que puedas, pues ando muy quebrado”. "¡Ah, Impecunio! -se queja la muchacha-. ¡No entiendo cómo es que andas siempre sin dinero, y en cambio a mí me sobra!”. "Bueno, hermanita -responde él-. Eso se explica porque la fuente de tus ingresos es la causa de mis egresos”... FIN.

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