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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

El señor fue a la consulta de un terapeuta sexual y le dijo: "Mi mujer es muy fría, doctor. ¿Qué debo hacer para que ponga más emoción en los momentos de romance?”. El especialista le pide: "Traiga a su esposa, para interrogarla". Después del dicho examen el terapeuta le indica al marido: "Encontré que su señora es un poco masoquista. Cuando se halle con ella en el momento del amor estírele con fuerza el pelo. Pienso que la sensación de dolor la hará reaccionar, y emocionarse más en el acto de la coición”. El señor promete seguir aquel consejo. Unas semanas después el terapeuta se lo topa en la calle. Le pregunta: "¿Cómo le ha ido con la receta que le di?”. "Muy bien, doctor -responde el tipo-. Pero a mi esposa ya nada más le queda pelo para hoy en la noche”... Un individuo llegó a su casa y escuchó ruidos extraños en el clóset. Lo abrió, y adentro estaba su mujer. "Además de piruja, indeja -le dice el señor-. El que debe meterse al clóset es el tipo ése que está en la cama, no tú”... Se encuentran dos señoras. Una le pregunta a la otra: "¿A qué se dedica tu hija?”. "No lo sé -responde ella-, pero creo que es algo relacionado con la hotelería”. "¿Por qué supones eso?” -inquiere la primera. Y responde la otra: "Porque el otro día la oí decir que ya se conoce todos los moteles de la ciudad”... Pocos periodistas mexicanos tienen la limpia y extensa trayectoria de don Jacobo Zabludowsky, y menos aún poseen su cultura, su sensibilidad, y el respeto y cariño que se ha ganado entre la gente. No sé qué daría yo por saber lo que él sabe de toros, o de esa sinfonía de arrabal, el tango. Jamás he tenido el privilegio de hablar con él personalmente, pero tanto lo he visto, oído y leído -evoco sus espléndidos artículos en la revista SIEMPRE!- que lo juzgo mi maestro, aunque él no lo sepa ni le satisfaga a lo mejor saberlo. Ojalá Dios -es decir la vida-, o la vida -es decir Dios-, me lleven alguna vez a conocerlo en forma personal, para decirle de viva voz lo que hoy le digo en letra mortecina: que su magisterio nos ha enriquecido a todos los que lo hemos leído o escuchado, y que es una de las figuras capitales en la vida mexicana de nuestro tiempo. No le diré, quizá, mi gratitud por la forma tan generosa en que de mí se expresa, porque para ese agradecimiento no alcanza la palabrería que sé. Me propongo decirle nomás, con sencillez: Gracias, maestro... El maduro y adinerado caballero le dice a la atractiva rubia con la que en la playa entabló conversación: "¿Soy indiscreto, amable señorita, si le pregunto sus medidas corporales?”. "Por supuesto que no -responde la muchacha-. Mis medidas son 90-60-90”. "¡Qué grata coincidencia! -exclama el caballero-. ¡Ésa es precisamente la combinación de mi caja fuerte! ¡No batallaría usted nada para abrirla!”... La muchacha y su novio iban por el campo en el coche de éste, y vieron a un toro y una vaca en apasionado trance de agitación genésica. Pregunta la muchacha: "¿Cómo sabe el toro que la vaca lo va a aceptar?”. "Por el olor -le explica él-. La vaca tiene unas glándulas con las cuales despide un cierto aroma peculiar que, percibido por el toro, le da a saber que la hembra está dispuesta para el acto amoroso”. Termina la excursión sin mayores incidencias, y al llegar a la ciudad la muchacha se despide con sequedad de su galán. "Hasta luego -le dice fríamente-. Llámame cuando se te pase ese catarro que traes, y que te impide oler ciertos aromas peculiares”... FIN.

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