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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

Recuerdo tres tarjetas de presentación originales y curiosas. La primera es la de Francisco Gámez, llamado "La Gallina". Querido personaje de Saltillo, don Pancho era gran maestre de los matachines del Ojo de Agua, el barrio más tradicional y antiguo entre los antiguos y tradicionales barrios de mi ciudad natal. Pero era, además, vendedor de pájaros en aquella tranquila población en cuyas casas de patios granadinos jamás faltaban las aves y las flores. En tal carácter, el de pajarero, Pancho entregaba su tarjeta de presentación, que a la letra decía: "Francisco Gámez Cardona, (a) ‘La Gallina’. Secretario General del Sindicato Nacional de Captores y Expendedores de Aves Canoras, de Ornato y Similares de la República Mexicana, PRI". Otra tarjeta memorable era la de un esforzado periodista, saltillense igualmente. Rezaba esa tarjeta: "Fulano de Tal. Modelador de la opinión pública". Y la tercera pertenecía a don Maurilio P. Náñez, de gratísima memoria; maestro; masón del grado 33; poeta; escritor de libros de texto para uso en las escuelas oficiales; pero sobre todo hombre caballeroso y bueno. Decía su tarjeta de presentación: "Prof. Maurilio P. Náñez. Autor de libros". Una tarjeta igual debería hacerme yo, pues mi querida casa editorial, Diana, del Grupo Planeta, ha hecho de mí un autor de libros. Y de best sellers, además, para decirlo en perfecto castellano. Del penúltimo: "La otra historia de México. Juárez y Maximiliano, la roca y el ensueño", se han vendido ya más de 120 mil ejemplares, cosa que en México -lo digo para mis lectores de otras naciones más civilizadas- es todo un suceso editorial. Y el más reciente de mis libros: "De abuelitas, abuelitos y otros ángeles benditos" lleva el mismo camino: fue el que más ventas registró en la Feria del Libro de Monterrey, y el segundo en la FIL de Guadalajara, que es la segunda feria editorial más importante del mundo. La presentación del libro de los abuelitos en la ciudad tapatía fue calificada por la prensa local de "tumultuosa". El Salón 1 de la feria se abarrotó de tal manera que hubo que poner en sus puertas el letrero "Cupo lleno", lo que causó la protesta de la gente. Cinco horas estuve dedicando libros, y si no dediqué más fue porque todos los que había en existencia se agotaron, igual que yo. Desde aquí expreso mi gratitud a la bondadosa gente que me rodeó de afecto; me revistió de piropos de la cabeza a los pies; me hizo sentir autor de libros y me llenó de obsequios. (Gracias a la señora cuyo broche elogié y que se desprendió de él para ponérmelo en la solapa y pedirme que lo llevara como presente a quien es mi novia desde hace 45 años, María de la Luz, mi esposa). A toda esa gente tan buena le dije lo que siento: que estoy muy lejos de ser acreedor de esa bondad. "No merezco este premio -dijo una vez Marx (Groucho, el que quedó)-. Pero tengo artritis, y tampoco la merezco". Yo ni siquiera tengo artritis, de modo que agradezco aún más ese precioso regalo de la vida que es el cariño de mis cuatro lectores. A ellos; a Diana y a Planeta; a Sandra, Sergio, Daniel y todos los demás, ¡muchas gracias!... Pregunta para hacerla a los niños: ¿Por qué los hijos de Superman nunca se pelean? Respuesta: Porque son Supermansitos... ¿Don Languidio le contó a doña Macalota, su mujer, que había ido con el médico de la compañía donde trabajaba. El doctor lo examinó y le dijo: "Tiene usted el pecho medio débil. Le voy a dar una semana de descanso". Le dice con agrio acento la mujer: "Si te hubiera examinado más abajo te habría dado la jubilación"... FIN.

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