"-Mi suegro es un salvaje -dice un muchacho a otro-. Un día me vio abrazando a su hija, que entonces era mi novia, y se enojó tanto que me disparó un balazo y me lo pegó en la entrepierna. Ahora está feliz con los cinco hijos que mi señora y yo tenemos". "-Oye -pregunta uno muy sorprendido-. ¿Cómo pudiste tener cinco hijos si el balazo te lo dio en la entrepierna?". Y explica el individuo: "-Es que todo lo que ordinariamente se tiene ahí, en esos momentos yo lo tenía en la garganta"... Llega un gangoso a cierta cantina que era atendida por un jorobado cuya giba le formaba una alta protuberancia sobre las espaldas. Con el modo de hablar que los gangosos tienen pregunta el gangoso al cantinero: "-¿Cuánto cuesta un jaibol de whisky?". "-Cien pesos" -le responde el de la joroba-. "-¿Y un tequila?" -inquiere el gangoso-. "-65 pesos" -le dice el cantinero-. "-¿Y una cerveza?". "-40 pesos" -le informa el jorobado-. "-Me da una cerveza" -pide el gangoso-. El otro se la da y el gangoso la bebe en silencio. Al pagar la cuenta dice al cantinero: "-Quiero darle las gracias porque en ningún momento se rio al oírme hablar". "-Bueno -responde el jorobado-. Tampoco usted se rio al ver mi joroba". "-¿Joroba? -se sorprende el gangoso-. La verdad, amigo con lo alto que aquí está todo pensé que eran sus pompis"... Una señora bastante robusta disfrutaba de las tibias aguas del mar. Decidió salir a recostarse unos momentos en las arenas de la playa. Muy grande fue su desconsuelo cuando escuchó a un niñito que les gritaba a sus compañeritos: "-¡Ahora sí vamos a meternos al mar, amigos! ¡La señora ya no lo está usando!"... Un muchachito fue a pasar vacaciones con sus tíos, que vivían en un pequeño pueblo muy alejado de la Capital. Muy religiosos eran aquel señor y la señora. Entregados de continuo a prácticas devotas, no hacían otra cosa que rezar, y llevaban su piedad a todos los ámbitos de la existencia diaria. A todos, digo, pues cuando el muchachito regresó a su casa después de la estancia en casa de sus tíos narraba lo que en ella, algunas noches, sucedía. "-Duermen mi tía y mi tío en cuartos separados -relataba-. A veces, al final del día, cuando ya todos en la casa se habían ido a descansar, oía yo que mi tío se levantaba, salía de su habitación y se dirigía con pasos silenciosos al cuarto de mi tía. Con una leve tos frente a la puerta le anunciaba que se encontraba ahí, y ella tosía también para indicarle que podía entrar. Entraba él. Yo me acercaba, y tras la puerta me ponía a oír. Le decía él: "-¿Dispuesta estás, esposa mía, a efectuar el rito de unión casados, único modo moral de sedar la concupiscencia y perpetuar la especie?". Contestaba ella: "-Dispuesta estoy, marido mío". Luego indicaba él: "-Para no consumar este acto al modo de los paganos o las bestias, al tiempo de cumplirlo recitaremos piadosas jaculatorias y letanías". Empezaba él al ritmo del amatorio movimiento: "-Kyrie eleison". Y respondía ella: "-Kyrie eleison". Repetía él: "-Kyrie eleison". Y mi tía: "-Kyrie eleison"... "-¿Y luego qué pasaba?" -preguntaban con ansiedad quienes oían el relato del chiquillo-. "-No sé -contestaba el muchachito-. De pronto mi tío se quedaba en el puro Kírili kírili kírili"... (No le entendí)... FIN