Don Senilio, maduro caballero, sentía de vez en cuando -muy de vez en cuando- una cierta conmoción en la entrepierna. A grandes voces llamaba entonces a su esposa, doña Morantelina, a fin de aprovechar aquella insólita ventura. Por desgracia don Senilio era tato, farfalloso, tartaja, zazo, o sea tartamudo. Gritaba: "¡¡¡Mo-mo-ra-ran-te-te-li-li-li-na!!!". Y cuando llegaba su esposa le decía con tristeza: "¿Po-por qué tie-tienes e-ese no-nombre ta-tan largo? Cua-cuando a-acabo de de-cirlo ya se me pa-pa-saron las ga-ganas"... Don Galateo visitó las cataratas del Niágara. "¡Qué gran cascada! -exclamó con tono admirativo-. Si yo fuera su dueño ¡qué provecho le sacaría!". Le pregunta alguien: "¿Es usted ingeniero hidráulico?". "No -responde don Galateo-. Soy lechero"... Un individuo les contó a sus amigos: "La otra noche mi esposa y yo fuimos a una fiesta. ¡Qué fiesta! ¡Qué cena! ¡Qué manjares! ¡Qué bebidas! Y ¡qué ambiente! Al final cada uno escogió una pareja distinta a la suya para hacer el amor". "¡Caramba! -se admira uno-. ¡Debes haber disfrutado mucho!". "No -contesta el hombre-. La estricta formación moral que tengo me prohíbe esas cosas. Pero mi mujer sí la pasó muy bien"... Una importante compañía global, la ING, decidió retirarse de nuestro país. "México no es un estado de derecho", manifestaron los directivos de la empresa al anunciar su determinación. Esa noticia es grave, y debería preocuparnos por las consecuencias que el caso puede tener en cuanto a la posibilidad de recibir inversiones extranjeras que fortalezcan nuestra economía y sirvan a la creación de empleos. Mal que nos pese debemos reconocer que entre nosotros reinan la arbitrariedad, la impunidad, la lenidad y todos los males terminados en -ad que juntos forman la inseguridad; más otro mal cuyo sufijo no es en -ad, sino en -ón: la corrupción. No hemos logrado, en efecto, hacer de México un país cuyos habitantes se apeguen, todos, al orden jurídico, a la legalidad. Sólo un estado de derecho puede garantizar la sana convivencia. Cosa muy mala es que los extranjeros digan que México no es un país de leyes. Cosa peor es que los mexicanos no lo digamos... El cuento que ahora sigue es muy picante. Doña Tebaida Tridua lo leyó, y de inmediato sufrió un accidente de eritrodermia -Pitiriasis rubra- con enrojecimiento de la piel y erupción de pápulas escamosas (enfermedad de Ritter). Ningún lector prudente o lectorcita púdica deben pasar la vista por este relato chocarrero, pues podrían sufrir el mismo mal... Un hombre de 60 años llegó a una farmacia y le preguntó a la encargada, muchacha muy guapa, dueña de muníficos atributos corporales: "¿Tienen condones?". "Sí hay -responde ella-. ¿Qué medida usa?". "No sé" -responde el visitante. Ante su sorpresa la chica procedió con toda naturalidad a bajarle el zipper del pantalón, tras de lo cual hizo una auscultación en la correspondiente parte. En seguida la chica pide por el sistema de intercomunicación: "Un condón tamaño mediano al mostrador 14". Poco después llega un hombre de 30 años de edad. "¿Tiene condones?" -pregunta. "Sí hay -contesta la encargada-. ¿Cuál es su medida?". "No sé" -responde el tipo. La muchacha le baja el zipper y ausculta lo que debía auscultar. Luego dice en el micrófono: "Un condón tamaño grande al mostrador 14". A poco llega un adolescente de 15 años. "¿Tienen condones? -pregunta con timidez. "Sí hay -replica la encargada-. ¿Qué medida usas?". "No sé" -contesta el mozalbete todo ruborizado. La bella mujer le baja el zipper del pantalón y procede a auscultar con detenimiento la respectiva parte. Luego pide por el sistema de comunicación: "Equipo de limpieza al mostrador 14"... (No le entendí)... FIN.
